28 de abril de 2015

«Una Nueva Perspectiva en el Activismo por los Derechos de los Animales»




En esta ocasión, me gustaría compartir un texto que fue publicado originalmente en el año 2004 y que supuso una cierta polémica en su momento debido a su espíritu abiertamente crítico contra las estrategias dominantes en el activismo animalista.

El texto lo leí por primera vez en el año 2008 y desde entonces había querido difundirlo en el blog, aunque por diferentes motivos nunca surgió el momento. Más vale tarde que nunca.


La traducción es obra del propio autor, quien me envió personalmente por correo electrónico hace unos años. Existe una versión posterior del texto, corregida y revisada, pero no dispongo de la traducción y en su momento no aprecié diferencias relevantes entre ellas.

Creo que cualquiera persona involucrada o interesada en el activismo debería leer este ensayo. A mí me ayudó a conocer y a conformar mi propia postura, y creo que a otros les puede resultar de utilidad en el mismo sentido.

Dentro del ámbito animalista han tradicionalmente habido dos tendencias activistas predominantes: la vía legal/regulacionista y la vía ilegal/de acción directa. En este texto el autor critica los errores en ambas y se desmarca de ellas con el fin de proponer un planteamiento diferente que no incurra en los defectos que tienen dichas estrategias.

A pesar de mi afinidad con el planteamiento del texto, no estoy de acuerdo con todo lo que se dice en él. A mi entender, hay ciertos errores. Por ejemplo, el autor no distingue entre la diferentes posturas morales o ideológicas que hay dentro del activismo animalista. Es decir, habla como si hubiera un movimiento animalista, cuando en realidad hay varios movimientos, y no uno solo. En mi artículo «Tres movimientos» traté de aclarar esta cuestión.

Muchos de los desacuerdos surgidos a nivel activista no vienen motivados por cuestiones estratégicas sino éticas. Esto es, tenemos diferentes visiones morales del mundo y por eso surgen incompatibilidades a la hora de actuar colectivamente, ya que no compartimos la misma idea sobre lo que está bien y mal.

Hay algunos otros puntos en los que no coincido con el autor —por ejemplo, con el hecho de equiparar el vegetarianismo con una dieta completamente vegetal, lo cual es erróneo—, sin embargo, no es mi intención realizar aquí una valoración sobre el texto —esto lo dejo para la sección de comentarios por si alguien quisiera debatirlo— sino motivar a que la gente lo lea.

Quizás el consejo más fundamental que podemos extraer de este ensayo es la necesidad de reflexionar, analizar y criticar nuestras ideas y acciones. 


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UNA NUEVA PERSPECTIVA EN EL ACTIVISMO POR LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES

Andrés Cameselle

2004


PRÓLOGO A LA VERSIÓN EN CASTELLANO

Muchas de las situaciones analizadas y comentadas en este artículo pueden resultar un tanto ajenas al lector hispanohablante. Al hacerse un análisis del movimiento a nivel internacional —con especial hincapié en Inglaterra, donde está en un estado más avanzado, marcando la línea a seguir para otros países— no veremos reflejados tales casos en nuestro país. Tras haber vivido y trabajado en el movimiento en Inglaterra —el cual antes consideraba exitoso— durante los últimos seis años, creo que se debe desmitificar la efectividad de muchas prácticas y estrategias allí utilizadas para evitar que caigamos en los mismos errores durante el desarrollo del movimiento en España. Aparte de ser muchas de éstas ineficaces o contraproducentes de por sí, debemos tener en cuenta siempre la situación social de cada lugar para saber cómo actuar —lo cual no implica en absoluto ceder en nuestras exigencias.

Espero que esto sea de utilidad y que no nos tengamos que dar de bruces con los mismos problemas que otros se están encontrando —a veces no dándose cuenta siquiera de la existencia de éstos.

PREFACIO

Observando nuestro entorno, a menudo creemos que las cosas están yendo a mejor en cuanto a la situación sufrida por los animales, gracias al trabajo de muchas organizaciones e individuos que defienden la necesidad de tener en cuenta los intereses de todos los seres que sienten. Pero muchas veces tendemos a ver todo lo hecho “por los animales” como algo positivo, algo que cambiará las actitudes que la gente tiene para con ellos. Esto, lejos de ser cierto, es el último clavo en el ataúd de este movimiento y de los animales que defiende. Una falta de reflexión y crítica nos ha hecho llegar a un punto en el que somos considerados por muchos como lunáticos o gente extravagante y emocional. Debido a la situación actual del movimiento por los derechos de los animales en cuanto a tácticas, estrategia y efectividad, una nueva perspectiva en el tema parece necesaria.

INTRODUCCIÓN

Para empezar, quisiera expresar mi apoyo a todos aquéllos que luchan contra la explotación, el asesinato y la utilización de seres sintientes. El hecho de que yo muestre ciertos desacuerdos con ciertas ideas, métodos o campañas no significa que subestime los esfuerzos de quienes los llevan a cabo. Cualquiera que desee ayudar a los animales debería alegrarse de ser criticado, de forma que pueda analizar mejor su trabajo y decidir si puede mejorar lo que está haciendo. Es muy triste ver que la actitud más extendida en relación a las críticas es: “Si no te gusta, no lo hagas. Tú haz lo tuyo, que yo haré lo mío”. De esta forma es imposible que el movimiento evolucione. De modo que si alguien está haciendo algo que pueda perjudicar a éste, no deberíamos callarnos. Igualmente, si alguien tiene una idea que pudiera mejorar nuestra efectividad, sus comentarios deberían ser bienvenidos, no descartados sin considerarlos realmente. Nadie es perfecto, y constantemente hacemos cosas que podrían ser mejoradas. Muchas veces nos damos cuenta nosotros mismos tras un tiempo, pero otras, simplemente no pensamos sobre ello hasta que alguien nos lo comenta. Aceptar que has hecho algo mal, o que lo podrías haber hecho mejor, no significa aceptar que eres malo o estúpido. De hecho, lo que demuestra una falta de brillantez es creer que todo lo que haces está bien y que no tienes nada que cambiar. La gente sabia se percata continuamente de que puede hacer las cosas mejor y evoluciona para mejorar su efectividad.

Este artículo está escrito desde esta modesta postura, simplemente expresando mi opinión sobre ciertos temas que considero relevantes. Todos aprendemos cuando nuestro trabajo es evaluado.

Muchas de las cosas que aquí se critican constructivamente han sido apoyadas y llevadas a cabo por mí en el pasado, y me alegra el haber sido capaz de reflexionar sobre ellas y haber sido criticado por otros, lo cual me ha permitido cambiar. Igualmente, muchas de mis ideas son compartidas por otros, y han sido expresadas muchas veces con anterioridad. La razón de este artículo es la necesidad de adoptar un nuevo enfoque metódico en nuestro movimiento, ya que —aunque muchas de las ideas no son nuevas— la gran mayoría de las campañas están siguiendo caminos totalmente distintos a esto. Lo importante no son los detalles en cada punto tratado, sino la estrategia general a seguir.

Espero que nadie se vea ofendido por los comentarios aquí plasmados y que todos entiendan que han sido escritos con la única intención de mejorar el movimiento que lucha por el fin del uso de seres que pueden disfrutar y sufrir.

CAMBIANDO LA CONCEPCIÓN MORAL DE LOS ANIMALES EN LA SOCIEDAD

Al hacer campañas por cualquier causa, es de vital importancia el mantenerse centrado en los argumentos que la sostienen. Si los argumentos se alteran con la intención de conseguir algunos cambios en un período más corto, la causa no se ve promovida; ésta se abandona por conseguir una eficiencia mal dirigida. Casos como el de los derechos de los animales tardarán mucho tiempo en ser seriamente considerados por la mayoría de la población, pero si mantenemos los argumentos iniciales al hacer campañas, esto finalmente ocurrirá, al igual que ocurrió con el caso de la esclavitud humana o el derecho al voto de las mujeres.

Será duro para mucha gente el aceptar el hecho de que los animales no son recursos o propiedades para nuestro uso; que son seres conscientes con intereses individuales, al igual que los humanos. Cambiar el estilo de vida de la gente, sus hábitos, mentalidad —nuestra concepción de la vida, el mundo, nuestras prioridades,...—, economía, leyes, etc. es una enorme tarea que no se verá consumada en sólo unos pocos años. El mismo argumento tendrá que ser repetido una y otra vez hasta que suene familiar e incluso razonable en la mente de la mayoría de la gente. Es bastante triste, pero así es como funciona para la casi todo el mundo: cuanto más oímos algo, más coherente nos suena.

A continuación veremos algunos ejemplos concretos para que esto se entienda mejor:

Si queremos hacer una campaña por el vegetarianismo, y el argumento principalmente usado es el hecho de que es saludable, puede que muchos animales se vean beneficiados —ya que alguna gente comprará menos carne por considerarlo insano— pero no habremos estado haciendo una campaña por la liberación animal. No habremos estado promoviendo la consideración ética de los animales y, en consecuencia, la próxima vez que queramos hacer otra campaña, digamos sobre el cuero, tendremos que tratar el tema como algo nuevo, sin conexión con el otro —a no ser que queramos usar otro falso argumento.

Además, en este caso, tendríamos que convencer primero a la gente de que deberían preocuparse por su salud —lo cual no es muy común— de que la dieta tiene gran repercusión en ella y de que la dieta vegetariana es de hecho más sana que el consumo de carne —y objetivamente el consumo esporádico de poca cantidad de carne no tiene por qué ser un riesgo considerable para la salud como para tener relevancia en este aspecto. Como resultado de esto, una gran cantidad de recursos y tiempo son empleados en una campaña que no cuestiona nuestra relación con los otros animales.

Podemos explicarle a la gente que podrían estar más sanos siguiendo una dieta vegetariana —no necesariamente cierto en todos los casos, dependiendo de lo que comas—, pero deberíamos usarlo sólo como algo a añadir, de modo que el cambio resulte más fácil para muchos. Antes deben haber escuchado las razones para considerar a los animales de un modo igualitario, no como su cena.

Es cierto que si la gente cree que el vegetarianismo es más saludable, y por ello se hace vegetariana, será más fácil transmitir nuestro mensaje, ya que le resulta más fácil aceptar la argumentación a favor del respeto por los animales a alguien que no come carne que a alguien que sí lo hace —pues, en general, lo que la gente cree que está bien o mal depende en gran medida de cómo eso afecta a sus vidas—, pero eso es un trabajo a realizar por organizaciones que promuevan la buena salud —que, desde luego, tendrán un impacto mucho menor en la mejora de la situación de los animales.

Si al hacer campañas contra los ataques racistas sufridos por gente negra argumentamos que los agresores pueden acabar encarcelados, arruinando así su vida, podríamos evitar el apaleamiento o asesinato de alguna gente, pero le estaremos haciendo un estrecho favor a la consecución de un entendimiento la gente negra como seres que merecen el mismo respeto que cualquier otra persona.

Lo mismo ocurre con la vivisección. Quizás podamos hacer un comentario sobre el hecho de que la experimentación con animales puede ser engañosa e inútil para la medicina humana en muchos casos, pero la cuestión es: "¿Y si fueran útiles?" ¿Puede alguien justificar el uso de un cierto grupo de humanos —digamos aquéllos con pelo rojo— como recursos cuando el resto de la población necesite sus órganos? Si la respuesta es negativa, lo mismo es aplicable a otros seres con la misma capacidad de sentir. No se puede pretender solventar los problemas de un grupo determinado por medio de la explotación sistemática de otros. Y menos todavía hacer normas sociales de forma que el grupo más poderoso tenga derecho a solucionar sus problemas —a menudo causados por ellos mismos— por medio de la tortura y el asesinato de individuos indefensos.

Además de que una gran mayoría de doctores y científicos afirman que la vivisección es de gran utilidad, lo cual a mucha gente hará dudar de lo acertado de su cuestionamiento en estos términos, existe también el riesgo, que parece muy alto, de que algunos experimentos sean de hecho útiles para los humanos —aunque muchos se empeñen en negarlo. Es por esto, y por más razones explicadas en este artículo, que nos debemos centrar en el argumento ético. La razón por la que las violaciones están mal no es porque puedan ser peligrosas para el violador —por poder contraer enfermedades venéreas, por ejemplo— sino por el daño causado a la víctima. Si se arguye lo contrario, ¿quién aceptaría tal campaña contra la violación como moralmente correcta? Quizás los violadores, !empezarían a usar preservativos!

En los dos casos expuestos tenemos un problema común: estamos dando argumentos especistas — decimos que debemos hacer esto o lo otro porque es mejor para los humanos— lo cual refuerza esta mentalidad, y estamos ignorando la razón original para hacer tales campañas: que los otros animales son también seres sintientes que merecen un trato igualitario. Es por ello por lo que éste debería ser el punto principal en cada panfleto, póster, revista, etc. De otro modo, la campaña contra la vivisección no se verá beneficiada de aquélla por el vegetarianismo y viceversa. Esto implicará también un enorme derroche de recursos —tiempo de los activistas, dinero, material— y, lo más importante, no cuestionará la actitud de la gente para con los animales. Por el contrario, reforzará la idea de que son los humanos los que más importan.

El punto central de esta cuestión es que todos los aspectos del uso de animales [carne, vivisección, caza, pieles,...] son la consecuencia de la consideración moral de los animales, no el problema en sí.

"BIENESTARISMO": ¿UN PASO ADELANTE O ATRÁS?

Cuando hablamos del movimiento por el "bienestar animal", nos referimos normalmente a aquél dedicado a reducir el sufrimiento infligido a los animales explotados, y, ocasionalmente, a la reducción del número de animales usados —en contraposición con el movimiento por los derechos de los animales, que busca la abolición de tales prácticas. El término en sí mismo resulta bastante peculiar, ya que uno se pregunta cómo el ser encarcelado o ejecutado puede tener mucho que ver con su bienestar.

Muchos activistas dicen a menudo que los grupos de defensa de los derechos de los animales y los bienestaristas deberían trabajar juntos y no atacarse los unos a los otros. De hecho, hay muchos grupos que se denominan como defensores de los derechos de los animales mientras adoptan una postura bienestarista en muchas de sus campañas o utilizan argumentos de ese tipo —por ejemplo, refiriéndose al no seguimiento de las regulaciones vigentes en ciertos laboratorios o granjas, al no uso de anestésicos en experimentos, a trabajadores causando sufrimiento "innecesario" a los animales, a lo reducido o sucio de las jaulas,...

El llamado bienestarismo es el principal enemigo de la consecución de derechos para los animales. Es suficiente hablar con la gente de la calle para observar que muy poca gente dice: "Me da absolutamente igual el sufrimiento de los animales en las granjas industriales, en experimentos o durante su sacrificio". En cambio, el comentario más habitual es: "Sí, el trato que reciben muchos animales es terrible, pero hay granjeros que los tienen en campos al aire libre y experimentadores que usan anestésicos..." Otros dicen: "Ya sé todo sobre este tema. Yo sólo como carne del pueblo de mis abuelos".

Casi nadie aprueba la crueldad sin más o el infligir daño a los animales gratuitamente. Lo que tenemos que dejar claro es que es injusto criar, utilizar o matar a alguien sin su consentimiento.

Es tentadora la consecución de victorias fáciles, ¿pero son estas victorias reales? Por ejemplo, alguien que dice que las mujeres deberían tener cocinas más grandes en las que trabajar no está ayudando en absoluto al movimiento feminista. Al contrario, tal sugerencia sólo perpetúa la idea de que la labor de las mujeres ha de ser el trabajo del hogar. Para una mujer que ha de trabajar todo el día en la cocina —como un ejemplo simplista— puede ser de ayuda el tener más espacio. Pero para todas las mujeres por venir y su movimiento de liberación, esas campañas no son más que un impedimento.

No queremos que la explotación y el asesinato sean regulados, queremos su abolición. Si los activistas abolicionistas se hubieran dedicado hace 150 años a conseguir que se golpeara a los esclavos con látigos de un modo más moderado, en lugar de exigir la abolición de la esclavitud, estarían todavía hoy haciendo campañas para conseguirles un día de descanso a la semana.

Quizá sea cierto que existieron factores económicos que contribuyeron a esta abolición, pero éste, desde luego, no es el caso con la esclavitud de animales; la cual resulta muy rentable. Y para hacer que ello deje de ser así por medio del sabotaje económico, como algunos pretenden, necesitaríamos ser un enorme porcentaje de la población, poseyendo algún tipo de poderoso ejército. Esto, teniendo en cuenta la situación actual, parece más ciencia-ficción que algo mínimamente posible.

Había también quien hacía campañas por un mejor trato de los esclavos. Pero parece más que probable que si se hubiesen dedicado a la abolición en lugar de la regulación, el cambio habría ocurrido mucho antes, y habría tenido un efecto mucho más profundo en la sociedad.

Es muy fácil señalar los cambios conseguidos debido a ciertas campañas, ya que siempre ocurrirá alguna mejora en un sentido u otro, pero pocos de nosotros reflexionamos sobre cómo sería ahora si se hubiesen hecho las cosas de otra forma. Por ejemplo, haciendo campañas centradas en el cierre de un determinado establecimiento —una estrategia que se ha vuelto muy popular dentro de nuestro movimiento—, puede que mucha gente se involucre y se percate de muchas más cosas que de lo relacionado exclusivamente con este negocio. Pero, ¿cuánta gente entendería por primera vez nuestro mensaje si la campaña hubiese sido dirigida a la raíz del problema? Mucha más, sin duda. Y, lo principal, habrían adquirido una comprensión más profunda de las razones por las que tratar a otros animales igualitariamente. Hoy en día es fácil encontrarse a gente de ciertos grupos de defensa de los derechos de los animales poniendo puestos en la calle —sobre todo en Inglaterra, EEUU, Suecia, etc., ya que en España no es muy común encontrarse algo así, por ahora— y no siendo capaces de argumentar éticamente contra los experimentos con animales, por ejemplo, limitándose a tacharlos de "perversos" o "inútiles". En consecuencia, éste es el mensaje recibido por el público.

Un gravísimo impedimento para la asunción social del vegetarianismo son las llamadas "granjas tradicionales" o la "ganadería ecológica". La mayoría de la gente es egoísta y sólo quiere sentirse bien. Es a veces difícil para un agente moral el observar el sufrimiento de otros animales y saber que él es el responsable sin tratar de escapar de su sentimiento de culpa. Pero una vez dan un paso, ya piensan: "Bueno, yo ya he puesto mi granito de arena", y a menudo no dan más pasos. Y el principal problema es que un paso hacia cualquier tipo de ganadería nunca puede ser hacia el respeto por los animales.

Muchos grupos que hacen campañas por el vegetarianismo no dejan de repetir: "...en las modernas granjas industriales los animales se crían en estas condiciones..." o "... hoy en día en los mataderos los animales son sacrificados en un corto espacio de tiempo, haciendo imposible un aturdimiento correcto...". Y nunca, o muy pocas veces, mencionan esas granjas tradicionales o ecológicas, o el hecho de que la libertad y la vida de los animales es lo que realmente importa, tanto si son de granjas industriales como si no. Los animales en este otro tipo de granjas tienen su libertad limitada —a veces enormemente— y siempre son ejecutados —implicando esto un gran sufrimiento— sesgando sus posibilidades de experimentar satisfacción o placer en un futuro, lo cual determina nuestro interés en mantenernos con vida.

Parece también bastante ingenuo creer que el retorno a la ganadería tradicional es el paso previo al vegetarianismo, ya que las granjas industriales son algo muy reciente, y la ganadería es algo que lleva existiendo milenios. Es imposible que ésta decaiga sin cuestionar su existencia en cualquiera de sus formas, o sea, planteando seriamente la valoración igualitaria de los intereses de los animales.

Hay, de hecho, grupos que se autodenominan "defensores de los derechos de los animales" mientras hacen campañas por un aturdimiento correcto, mejoras en el transporte y jaulas más espaciosas. Esta actitud sólo perpetúa la situación actual. Una vez la gente se diga a sí misma "... sí, antes era horrible, pero ahora lo hacemos bien, sin crueldad", las posibilidades de cambio disminuyen considerablemente, o tal cambio será de una mucho más difícil consecución.

No todo lo dicho en defensa de los animales es correcto, y muchas veces perjudica más que ayuda. Si un cazador dice que debemos disparar a los animales en la cabeza para que sufran menos, esto beneficiará al animal que es matado, pero, en general, dará la impresión de que está bien matar animales y de que a los cazadores les importan éstos.

Nadie puede afirmar que está del lado de los animales cuando dice que está bien matarlos o criarlos mientras se haga con cuidado. Es cierto que mucha gente que usa campañas bienestaristas cree que el uso de animales debe ser abolido, pero consideran su estrategia un modo más efectivo de conseguir tal objetivo. Pero el efecto que causa en el público es la estrategia seguida, no los objetivos. Esto significa que lo que la gente entiende de una campaña bienestarista es que está bien matar y encerrar animales mientras se haga "humanitariamente". Es por ello por lo que, aunque algunos puedan sentirse cercanos a esta gente a nivel personal, debemos oponernos públicamente a tales organizaciones, ya que justifican la utilización de seres sintientes.

Los animales no deben ser considerados propiedades, no deben ser tratados como recursos. Son individuos con el interés de disfrutar y vivir, y hacerlo de un modo libre de dolor, explotación o coacción. Nuestro interés en no sufrir viene determinado por nuestra capacidad de sentir dolor o malestar. Nuestro interés en vivir, y en hacerlo en libertad, es debido a nuestra capacidad de sentir satisfacción o placer. Al morir, nuestro interés por no sufrir desaparece, ya que no sentimos una vez muertos. Pero todas nuestras posibilidades de experimentar cualquier sensación positiva desaparecen. Esto es por lo que todos los seres con la capacidad de tener experiencias positivas deben tener el derecho a la vida. Esto ha de ser sumado al derecho a vivir sin sufrimiento y en libertad —la falta de ésta causa sufrimiento y no permite llevar a cabo actividades placenteras.

Alcanzar una situación en la que menos animales son explotados o matados debido a una mayor conciencia social es un paso cara a la liberación animal. Pero que los animales sean sacrificados con menos dolor o se críen en mejores condiciones es un paso hacia la perpetuación de la explotación animal.

Esta es una lucha que durará mucho tiempo, y no deberíamos engañarnos a nosotros mismos intentando conseguir mejoras a corto plazo. Estas supuestas mejoras, lejos de promover nuestra causa —más bien la de los animales— están desviando nuestros esfuerzos hacia algo que no es nuestro fin original. De hecho, las regulaciones bienestaristas son una brillante invención de aquéllos que quieren mantener a los animales subyugados. Si, tras un debate moral, logran conseguir la aceptación social de sus prácticas explotadoras —por ser éstas llevadas a cabo de forma "humanitaria"— difícilmente podremos llegar a abolirlas. 

AMANTES DE LOS ANIMALES

Hay muchos activistas que se llama a sí mismos "amantes de los animales", a la vez que instan a los demás a amar a los animales en lugar de matarlos. Esto resulta bastante inapropiado, ya que no se les puede pedir a los demás que sientan una cosa o la otra; lo único necesario es que la gente los respete y los deje en paz. Del mismo modo, al hablar de amor y no de justicia, estás haciendo que esto parezca un tema sentimental, en lugar de una cuestión ética de gran importancia. De hecho, la mayor parte de la gente que se acerca a los puestos informativos diciendo que aman a los animales resultan ser personas que comen carne o defienden la vivisección en el plano médico.

El uso de frases como "... estos bellos animales...", o "... estas inteligentes criaturas" es común en el material informativo de muchas organizaciones. Utilizar tales términos como formas de hacer que su explotación parezca más inaceptable está claramente perjudicando más que ayudando. El hecho de que alguien sea bello es muy subjetivo, y no se entiende cómo puede ser peor explotar a alguien sólo por ser más guapo o bonito que otro alguien. Hablar en estos términos resulta además bastante especista, ya que nadie que haga campañas por la igualdad de las mujeres usaría el argumento de que éstas son bellas para hacer que su explotación sea más condenable. Esto sería considerado sexista, al igual que debe ser lo otro considerado especista.

En el caso de la inteligencia nos hallamos ante un problema similar. Aparte de que la inteligencia es un término muy ambiguo —ya que implica muchas características psicológicas, unas sólo poseídas por algunos humanos, otras sólo por otros animales, y la mayoría compartidas en diferentes grados por miembros de diferentes especies— el hecho de que alguien tenga un tipo o grado de inteligencia determinado no es en absoluto relevante a la hora de prestar atención a su sufrimiento o la privación de su vida. Así, tampoco encontramos a mucha gente negando que la gente con retrasos mentales, ancianos seniles o bebés de corta edad deban ser respetados por el hecho de tener una capacidades de raciocinio inferiores.

MÉTODOS DE HACER CAMPAÑAS

Las campañas deberían basarse —por lo menos en el momento actual— en la difusión de información y la creación de debate.

«Difusión de información» no significa publicar material que simplemente difama a los explotadores de animales, sea cual sea la razón. Es deprimente leer revistas y panfletos de grupos de defensa de los derechos de los animales llenos de información que nada tiene que ver con los animales.

Cosas como el que a un cazador le falte un testículo o que una escritora que defiende la caza sea gorda parecen ser datos de vital importancia para algunos, cuya difusión resulta esencial —ambos son casos reales, de entre muchos del mismo estilo. Lo mismo ocurre con grupos que usan como sus argumentos principales el hecho de que trabajadores de ciertos laboratorios le han dado puñetazos a los animales, no han usado anestésicos, han estado bebidos en el lugar de trabajo, tomando drogas ilegales, no siguiendo las regulaciones,... Esto no ayuda a cambiar la mente de la gente sobre los animales. ¿Qué ocurriría si el cazador tuviera dos testículos, la escritora no fuera gorda y los trabajadores de los laboratorios no tomaran drogas, siguieran las regulaciones y usaran siempre anestésicos? ¿Estaría justificada entonces la vivisección o la caza? Por supuesto que quienes hacen tales campañas no lo creen así, pero, especialmente en los casos sobre experimentos, es probable que el público sí lo haga. ¿Por qué entonces usar argumentos tan inconsistentes que de ningún modo ayudan a cambiar la mentalidad imperante? Podría ser comprensible algún comentario sobre el maltrato sufrido por los animales no sólo durante los experimentos, o el hecho de que estén completamente conscientes en la mayoría de los casos durante éstos; pero no deberían ser argumentos en los que confiar, dándoles mucha relevancia o usándolos constantemente. Y, en cuanto a cosas como el que alguien sea gordo, feo, tenga una minusvalía, etcétera..., parece obvio que, aparte de ser unas discriminaciones bastante difíciles de justificar, la relación con el tema de los animales es nula.

También hay quien prefiere promover la defensa de los animales como un "deber indirecto". Esto significaría que no debemos ser "crueles" con los animales, ya que esto derivará en casos de crueldad con humanos. O que no debemos comer carne porque esto destruye "nuestro" planeta —debido al derroche de recursos que supone tal hábito, por el agua, terreno y cereales o soja destinados a la alimentación del ganado. Esto no dice mucho a favor del valor de la vida individual de los animales, ¿verdad?

Lo importante es enseñar que los animales tienen valor por ellos mismos y que el hecho de dañarlos está mal en sí, por ser éstos seres sintientes, no porque sea malo para nosotros. Sugerir que el problema del abuso de animales es que causa el abuso de humanos es simple antropocentrismo.

Es cierto que nos debe preocupar el medio ambiente, ya que mueren animales como consecuencia de su destrucción, pero esto no quiere decir que lo debamos defender como una entidad sintiente: el medio no puede sentir, son los animales quienes lo hacen. Así que, de nuevo, podemos usar este argumento como algo secundario algunas veces, pero siempre recalcando que son los animales quienes importan. Debe ser subrayado que, aunque la destrucción ambiental mata animales, debemos centrarnos en las campañas contra el uso directo de éstos. Esto es porque a la gente le resultará mucho más fácil reconocer que los animales deben ser tratados igualitariamente a través del entendimiento de las consecuencias directas sobre éstos que sus hábitos tienen, en lugar de ver la situación en la que los animales se encuentran como un efecto indirecto de la mayoría de las cosas que hacen. Es también mucho más fácil para alguien cuestionarse su dieta, vestimenta y alguna que otra cosa más que el uso de todos los materiales plásticos, coches, tintas, papel... Una posición ecologista coherente nos conduce necesariamente al primitivismo, lo cual no es, obviamente, la idea más apropiada para promover hoy en día. También podríamos añadir aquí que aquello que debe representar nuestro objetivo práctico primordial —erradicar el uso de animales como comida, ya que es la práctica que más individuos implica— tendrá también como consecuencia el fin de la principal causa de deforestación y desertización en la Tierra —salvando indirectamente trillones de animales.

ATAQUEMOS LA RAÍZ, NO LAS RAMAS

Como ya se ha mencionado, el caso de los derechos de los animales es principalmente una cuestión de cambiar la concepción social sobre los seres sintientes no humanos. Esto significa que no se requiere sólo inhabilitar a unos pocos "abusadores de animales" de modo que no puedan seguir cometiendo atrocidades. Hoy en día, todo el mundo está de algún modo involucrado en la explotación de animales. En Inglaterra, el país con un mayor porcentaje de personas que no usan ningún producto de origen animal —incluyendo carne, leche, huevos, miel, cuero,... — el número de éstas ronda los 250.000, un muy pequeño porcentaje de la población —los ovo-lacto-vegetarianos son algo más de 5 millones, de un total de 60 millones de habitantes. En España el número es mucho más reducido. ¿Significa esto que el resto de la población son unos desalmados a quienes no les importa el sufrimiento y muerte de otros? ¿Cómo puede ser entonces que el número de gente que elige dietas exentas de productos animales por motivos éticos tienda a crecer? ¿Es acaso que antes eran terriblemente crueles y egoístas y que de repente se han convertido en gente buena y respetuosa? Quizás simplemente recibieron información que no tenían previamente y decidieron cambiar.

Sí, es cierto que la gente debería buscar información por sí misma, o cuestionarse su relación con los demás animales, pero si lo hiciera todo el mundo, no tendríamos que hacer campañas.

La mayoría de nosotros comía carne hasta que recibimos información de algún sitio, y no siempre buscándola. Y, por supuesto, sabíamos que "aquello" en nuestro plato era un animal, al igual que los vivisectores saben qué es "aquello" en su mesa. Pero no reflexionamos en profundidad suficiente sobre nuestra relación con los animales hasta que el dilema nos fue planteado. Algunos dejan de comer animales inmediatamente, a otros les lleva un tiempo. Y es más que probable que para alguien cuyo sustento se basa en el uso de animales —como un carnicero— será mucho más difícil aceptar que tal uso no es justificable, ya que le supondrá un cambio muy drástico —como se ha comentado antes, la concepción de la gente sobre lo que está bien o mal está inconscientemente muy ligada a lo que ello implica en sus vidas. Al decir esto no estoy diciendo que los explotadores de animales sean siempre inocentes. Lo que quiero expresar es que la gente no es como debería, y esto es algo que hemos de tener siempre presente al hacer campañas si no queremos caer en el fracaso. Por supuesto, a los animales no les importan las excusas que cada persona pueda dar para explotarlos, pero sí les importa ser explotados. Y, si queremos conseguir algo, deberíamos tratar de entender cómo piensa la gente, porque es el cambio de sus mentes lo único que puede hacer que la situación cambie.

Es muy común en ciertos países, especialmente Inglaterra, que los activistas pasen la mayor parte de su tiempo a las puertas de laboratorios en el medio del monte para gritarle a los trabajadores, por ejemplo, en lugar de salvar animales realmente por medio de puestos informativos, charlas, actos en la calle, redacción de artículos, distribución de panfletos, estudio de la materia que tratamos, consiguiendo la atención de los medios...

Desgraciadamente, en Inglaterra se ha empezado a adoptar una estrategia —que ha sido copiada por activistas en Estados Unidos, Holanda, Suecia, Finlandia, Alemania— consistente en el cierre de negocios o establecimientos concretos en los que se utiliza animales: granjas o laboratorios, por ejemplo.

El argumento ofrecido para defender este tipo de campañas es normalmente que si el uso de animales se convierte en algo económicamente problemático —por tener que mover tu negocio a otro sitio o tener que gastar más dinero en seguridad—, los que ellos llaman "abusadores de animales" se lo pensarán dos veces antes de abrir un negocio del estilo.

Esto es atacar una consecuencia en lugar de la raíz del problema. No es que haya un reducido número de gente "perversa" —esta clase de adjetivos son muy utilizados en esta clase de campañas— que trabaja torturando animales con la oposición del resto de la sociedad. En cambio, es la demanda del resto de la sociedad lo que les ofrece un trabajo a esa gente. No es que se construyeran primero los mataderos, promoviéndose después el consumo de carne; por el contrario, habrá mataderos mientras exista una demanda del publico. Es ridículo considerar que el trabajador de un laboratorio que usa animales es peor que las personas que aceptan el uso de animales en investigación —que no son pocas— ya que la única razón para que los segundos no hagan lo que el primero es que él o ella estudió medicina o farmacología, mientras que los otros estudiaron filología, historia o ingeniería, por ejemplo.

Por medio del cierre de un laboratorio o una granja de cerdos, la cantidad de animales usados en experimentos no decrece, ni tampoco el número de animales ejecutados por su carne. Los experimentos serán realizados en otro sitio y la producción de la carne se llevará a cabo en otro sitio. Sólo cuando la demanda de carne decaiga, descenderá la producción. Y sólo cuando la gente se dé cuenta de que los animales deben tener derechos se dictará el fin de la vivisección.

Muchos activistas piensan que es muy importante enfrentarse a quien ellos llaman "el enemigo", o sea, ir a la casa de peleteros o trabajadores de laboratorios a hostigarles, esperarles a las puertas de su lugar de trabajo, hacerles llamadas amenazadoras, solicitar el envío de revistas y comida que ellos no han pedido a sus casas... Piensan que ser acosados hará a los trabajadores dejar sus trabajos, y que esto, finalmente, acabará con la explotación animal. Como se ha apuntado más arriba, no se trata de unos pocos individuos con un deseo de torturar animales. Cuando un trabajador abandona su oficio debido a la presión —lo cual es considerado como una gran victoria por muchas campañas— la única cosa que cambia es la persona que hace tal trabajo. Parece más una cuestión de "darles su merecido" que un método de salvar animales. Esto también da la impresión de que ciertas prácticas son más condenables que otras; en este caso haciendo parecer que la vivisección es peor que el consumo de carne. ¿Es acaso quien se come una merluza mejor que quien disecciona un perro sólo porque no mata al animal con sus propias manos? De nuevo, nos surge la pregunta: ¿Es un obrero más culpable que su jefe cuando hace mal un trabajo por seguir sus instrucciones? Desde luego que no.

Si los explotadores de animales fuesen unos pocos, y contasen con la oposición de la mayoría, quizás tales métodos fuesen algo más efectivos, pues una vez se frenase a éstos no habría otros que siguiesen su trabajo. Pero, tristemente, !nos estamos enfrentando a la mayoría de la población humana!

En estas campañas contra negocios en particular —además de la ineficacia ya apuntada— se suele perder el norte, convirtiéndose en campañas no por los derechos de los animales sino contra estos lugares. En consecuencia, vemos cómo miles de panfletos y revistas —que no son baratos— se distribuyen, conteniendo información casi exclusivamente sobre inversores, compañías de seguros, o clientes de tales compañías; diciendo sólo que apoyan la tortura de animales —algo que hacen indirectamente, como casi todo el mundo hoy en día— o sea, comprando en tiendas que venden productos animales, pagándole al frutero que come sardinas, comprando productos de compañías que poseen negocios que explotan animales,...

Puede ser que al causarle muchos problemas económicos a una compañía se consiga su cierre, pero no provoca ningún cambio a la hora de salvar animales. ¿Acaso el número de gatos utilizados en experimentos decreció tras el cierre de Hillgrove Farm; una granja que criaba estos felinos para venderlos a laboratorios, cerrada debido a las campañas en su contra? No. ¿Y qué ocurrió tras el cierre de Shamrock Farm, que criaba monos con el mismo fin, sufriendo la misma suerte? Simplemente se está construyendo una nueva granja de primates en Camarles [Tarragona]. ¿Y qué ocurrirá si cierran Huntingdon Life Sciences, el laboratorio de contrato más grande de Europa, situado en el Reino Unido, y cuyo cierre se ha convertido en una de las prioridades actuales del movimiento? ¿Van las compañías que testan allí sus productos a dejar de probarlos en animales? Simplemente le pagarán a otro laboratorio. !Oh, lo siento! !Había olvidado que "los cerraremos todos, uno por uno"! Cualquiera que crea esto realmente debería reflexionar un poco sobre la cantidad de laboratorios de experimentación animal que existen en este planeta, y hacer un cálculo del tiempo, dinero, activistas y poder que tenemos. El cierre de todos los establecimientos que usan animales jamás ocurrirá de ese modo. La vivisección sólo será erradicada por medio de la educación del público y el cuestionamiento de sus consideraciones morales. Una vez se logre un cambio en ese sentido, su fin es inevitable. No ocurrirá de la noche a la mañana, pero este cambio de actitudes es esencial para su abolición.

Campañas como las aquí mencionadas están derrochando enormes cantidades de dinero, activistas, tiempo y otros recursos en promover no el trato igualitario que deben recibir todos los seres sintientes, sino el cierre de un establecimiento, usando cualquier cosa en su contra, aunque nada tenga que ver con animales. Atacar, por ejemplo, a aquéllos que permiten tener una cuenta de banco a un laboratorio que usa animales, o a aquéllos que les suministran vallas, transporte, seguridad u otros servicios es una táctica usada bastante a menudo, la cual parece carecer claramente de sentido. Ésas son compañías que simplemente hacen su trabajo, el cual no daña intrínsecamente a los animales. Imaginemos que alguien tiene una frutería y se convierte en un objetivo por vender sandías a gente con zapatos de cuero. Bueno, si decide no hacerlo, pues vale —aunque tales actitudes simplemente tienden a ponernos a la gente en contra, no permitiéndoles entender las razones para hacer ciertas cosas—; pero hoy en día no se puede pretender que gente con negocios no sirva a quienes explotan animales, ya que esto significa su ruina en la mayoría de los casos. Los únicos beneficiados por esta clase de tácticas son los explotadores de animales, dándoseles así la oportunidad de descartar al movimiento como un puñado de lunáticos irracionales, infantiles y violentos que están contra todo y todos. Y encima, nada les puede ser más beneficioso que asegurarse de que los recursos de las campañas son desperdiciados intentando cerrar un negocio en lugar de tambalear las débiles estructuras morales sobre las que se basa la discriminación de los animales.

¿CAMPAÑAS DE IGUAL IMPORTANCIA?

Muchos activistas afirman que todas las campañas son igualmente importantes como un modo de huir a la crítica —y todo el mundo parece temerla tanto que muy pocos dicen lo contrario. Es difícil creer que una campaña como la existente para salvar las palomas de Trafalgar Square en Londres —se ha prohibido alimentarlas— puede ser tan importante como una por el vegetarianismo o contra la vivisección. La cantidad de animales involucrados, el sufrimiento padecido por ellos y la repercusión social son mucho menores. El tema de las palomas puede ser utilizado como algo simbólico para protestar contra la consideración de los animales como plagas, en lugar de individuos sintientes —al margen de que los humanos reflejarían mucho mejor la definición de "plaga". Pero hacer una campaña sobre ello... Eso es perder la perspectiva un poco. Por supuesto que todos los individuos importan, por eso importan más diez individuos que uno. Y diez millones más que diez mil.

Los activistas deberían hacer un análisis más profundo del tema y observar el gran poder que tienen para cambiar las cosas a una mayor escala. Es comprensible que el hecho de ver animales sufriendo ante tus ojos resulta difícil de soportar, pero aquéllos que no están allí para que los veas, probablemente estén ocultos por encontrarse sometidos a un sufrimiento todavía mayor. Y el hecho de que no veas algo no significa que no esté ocurriendo.

DISCRIMINACIÓN HUMANA ENTRE NO-HUMANOS

En teoría, parece estar claro para la mayoría de los activistas que otros animales sufren tanto como los perros y los gatos. Pero, en la práctica, vemos que mucha más atención es prestada a su explotación o maltrato que al infligido a otros animales no humanos. Esto puede ser observado en panfletos dedicados exclusivamente a perros y gatos en experimentos o en abundantes frases como "...incluso perros y gatos son utilizados"; al igual que en folletos sobre el uso de perros y gatos para la confección de abrigos, en un gran número de artículos dedicados a ellos... !incluso un llamamiento de boicot a Corea por vender carne de estos animales! ¿Por qué no organizar un boicot contra Inglaterra por vender carne de bacalao, pollo o cerdo? Algunos arguyen que es por la forma en la que son matados; como si una trucha, una ternera o un pavo no sufriera enormemente cuando la crían o la matan. E incluso si ése fuera el caso —lo cual es falso casi con total seguridad— ésa sería una campaña bienestarista, consistente en reducir el sufrimiento de los seres explotados en lugar de abolir la explotación. Todo esto, obviamente, está basado en diferencias culturales. Es simplemente una de esas campañas, como aquéllas contra las carnes "exóticas" —de canguro o avestruz, por ejemplo— que consiguen gran apoyo del público en países occidentales pero que no cuestionan realmente la actitud de los humanos para con otros animales —de ahí el apoyo que reciben. Incluso si  terminar con el tráfico de carne de perro y gato fuera posible relativamente pronto por medio de campañas de este tipo, éstas refuerzan la idea de que los animales de compañía son más importantes que los otros, haciendo el mensaje muy inconsistente, además de dificultar el entendimiento de la causa por los derechos de los animales.

Otra cosa tan triste como común en panfletos y otras publicaciones es la redacción de frases como: "No comas carne o pescado..." —en el mundo anglosajón separan incluso las aves. Comer pescado y aves es comer carne. Si se continúa haciendo esa diferencia tendremos siempre a esa gente que se llama a sí mismos vegetarianos mientras comen peces. Si quieres dejar claro qué es a lo que te refieres con "carne", puedes hacer un panfleto contra la carne con una foto de un pez o diciendo algo como "... tanto si alguien es un humano, un pollo, un atún, una gamba o una vaca; su interés en vivir y en no sufrir es el mismo. No comas carne."

De hecho, incluso cuando algunas organizaciones dan estadísticas del número de vegetarianos en un país determinado, !incluyen a aquéllos que han dejado de comer carne roja únicamente! Los peces son especialmente ignorados por la mayoría de las campañas. A pesar de representar la mayoría de los animales matados por ser considerados recursos, muy pocos panfletos, revistas, artículos, carteles, campañas,... son dedicadas a los peces.

Y, cuando son mencionados, son a menudo medidos en toneladas, no individuos. Quizás sea difícil determinar con exactitud el número de éstos que son matados, pero podemos hablar de miles o millones, no peso. ¿Qué pensaríamos si se nos dijese que noventa toneladas de judíos fueron ejecutados en un campo de concentración?

VEGANISMO Y VEGETARIANISMO

Cuando se promueve una ideología, la gente cae a menudo en la trampa de los eslóganes y las etiquetas, los cuales acaban diluyendo el mensaje original. Esto puede ser claramente observado en el movimiento por los derechos de los animales, con gente que se llama a sí mismos "veganos", en lugar de "gente con una consideración ética hacia los seres sintientes no humanos", o, por lo menos, "aquéllos que defienden los intereses de los animales". Que nos llamaran así sería fantástico, ya que cuando se hablara de nosotros se estaría dando una explicación de qué es lo que estamos promoviendo, forzando a reflexionar sobre lo que decimos, y haciendo nuestro mensaje comprensible para otros.

Sin embargo, tendemos a colgarnos etiquetas que permiten a otros hablar de nosotros sin hacer explícito lo que queremos decir. El término "vegano" es usado con frecuencia para referirse a quien no consume productos de origen animal; sin una explicación de las posibles razones morales detrás de tal postura. De este modo, es común encontrar gente que dice: "No, yo no tomo huevos porque soy vegano." Eso es como decir que no discriminas a los negros porque eres antirracista. ¿No sería más razonable decir que eres antirracista porque encuentras la discriminación en base al color de la piel algo indefendible y no viceversa? ¿Y no es acaso que tú no consumes productos de origen animal por parecerte injustificable la discriminación por razones que carecen de relevancia moral —como el número de patas, el tamaño, grado o tipo de inteligencia?

A muchos les gusta ponerse etiquetas para mostrar lo diferentes que son, en lugar de dar argumentos que defienden su postura moral. Es mucho más efectivo el explicar nuestras ideas que etiquetarnos o dejar que nos etiqueten, porque al hacerlo les haremos ver a otros que tenemos razones para hacer lo que hacemos; que pensamos y llegamos a conclusiones que nos hacen tomar las decisiones que tomamos.

Resulta también problemático el hecho de que muchos veganos digan: “No puedo comer eso, soy vegano”, en lugar de explicar que es una decisión voluntaria con un fondo ético y no una cuestión de salud o una creencia religiosa.

Es muy frustrante ver que grupos que promueven el vegetarianismo por razones éticas dan recetas que incluyen leche, huevos o miel. En algunos casos, puede ser comprensible que se omita cualquier mención a tales productos, pero algo muy distinto es promover su uso, sabiendo lo que hay detrás de su producción.

MANIFESTACIONES

En cuanto a las manifestaciones, unas cuantas cosas han de ser mencionadas —al menos sobre cierta clase de éstas, más comunes en Inglaterra, EE.UU, Suecia, Finlandia,... Es difícil encontrar el sentido al ir a granjas o laboratorios en el medio de la nada —suelen estar lejos de poblaciones— para gritar sin ser oído por nadie excepto los trabajadores, quienes ya saben perfectamente lo que ocurre en tales lugares, y quienes normalmente no saben más ni menos que otra gente sobre los argumentos contra el especismo. Si tal acto se organiza como un acto simbólico, llamando a mucha prensa, por ejemplo, quizá pueda ser bastante productivo, pero hacerlo regularmente y con asiduidad —tal y como se hace, sin prensa alguna— como si lo que importase fuera "estar allí" y "enfrentarse a los trabajadores", es un absoluto sinsentido.

El objetivo de las manifestaciones se olvida en numerosas ocasiones. Manifestarse es una forma de hacer que tu voz se escuche y hacer saber a la gente qué estás diciendo. Pero para muchos es una forma de desahogar su ira, insultando y gritando —no me refiero a gritar consignas—, como si eso fuera a ayudar a los animales. Para otros, es una buena oportunidad para causar daños a la propiedad de los "abusadores de animales", lo cual, aparte de hacer que mucha gente no vaya a las manifestaciones, da una mala imagen al movimiento. Alguien que nunca se ha cuestionado el uso de animales difícilmente estará de acuerdo con atacar a quienes lo hacen.

Con frecuencia, algunas manifestaciones se convierten en manifestaciones contra la policía, en lugar de ser contra el abuso de animales. Los manifestantes empiezan a usar los megáfonos para referirse a lo brutal de la intervención policial, a que están haciendo arrestos ilegales y cosas por el estilo. Quizá esto sea cierto en algunos casos, pero no deberíamos olvidar nuestro objetivo, ni que los animales son peor tratados que cualquier manifestante. De todos modos, parece que para muchos la policía es el principal enemigo, y todo lo que desean es buscar formas de engañarlos y desobedecerles. Algunas cosas parecen ser carentes de razón: la policía dice "no podéis hacer esto" y, automáticamente, la gente empieza a hacerlo, aunque no sirva de nada. Pero tienen que demostrar que son rebeldes, que no obedecerán a la autoridad, y posiblemente hasta sean arrestados, lo cual para muchos demuestra que eres un activista verdaderamente dedicado. Y si son encarcelados, se convertirán en gurús que nadie puede criticar, ya que "arriesgaron su libertad por los animales".

También debemos tener en cuenta que si una manifestación va a consistir principalmente de un tipo determinado de personas —señoras mayores, jóvenes con peinados poco comunes, sólo hombres o sólo mujeres— quizás sea mejor que no se realice, pues creará un estereotipo de los defensores de los derechos de los animales que excluye a ciertos miembros de la sociedad.

ACCIÓN DIRECTA

El término "acción directa" es normalmente engañoso, utilizándose sólo para referirse a la liberación de animales con tus propias manos, destrucción de propiedad o cosas similares. Yo afirmaría que lograr que alguien se haga vegetariano es una acción directa, pues salvas animales directamente de ese modo. Y si esto no es considerado directo, tampoco podrá serlo la rotura de un escaparate, al no involucrar esto a ningún animal en la acción en sí. Poner puestos es acción directa, interrumpir un desfile de peletería es acción directa, encerrarte en una jaula en la calle como método de protesta es acción directa. Quizás no veas a los animales que has salvado correr libremente a tu alrededor, pero puedes estar seguro de que sí los has salvado. La acción directa no quiere decir que exista el riesgo de ser encarcelado ni que tenga que ser algo necesariamente ilegal. De todos modos, para ahorrar esta explicación cada vez que use el término, me referiré al concepto expresado con él por la mayoría de los activistas como "acción directa" —o sea, el uso de actividades ilegales como rescatar animales, romper escaparates o quemar camiones de carnicerías.

El uso de la "acción directa" con objetivos de defensa de los animales está aceptado entre muchos activistas, lo cual es bastante comprensible. El problema es que este tema se ha vuelto un tabú para muchos —sobre todo en países donde tales acciones son habituales— nadie puede criticar ninguna acción sin ser visto como un traidor. Y, desde luego, no todas las acciones son positivas.

Para empezar, quiero que quede claro que yo no encuentro moralmente incorrecto el hacer cualquier cosa para evitar que un asesino, torturador o explotador lleve a cabo sus actos criminales —mientras no se dañe a otros excepto a los culpables, y el daño causado a éstos sea el mínimo posible para conseguir nuestro fin: defender a las víctimas del ataque. Mi desacuerdo es en términos estratégicos.

Algunas acciones son muy útiles y sus resultados son magníficos. Un ejemplo de esto puede ser filmar dentro de granjas o laboratorios para mostrar las imágenes al público. Rescatar simbólicamente algún animal, como ejemplos vivientes de lo que sufren allí, puede ser bueno también.

Pero rescatar animales en grandes cantidades —o no tan grandes, pero si no se usan para hacer campañas— es en la mayoría de los casos una no muy buena idea. Esto se debe a que el perro rescatado de un laboratorio, por ejemplo, será simplemente reemplazado. El experimento no se abandonará a consecuencia de esa acción en la mayoría de los casos. Eso significa que se salva a un animal, pero simplemente condenando a otro a pasar por lo que el primero había sufrido ya. Esto no se puede decir que sea salvar animales en términos numéricos. Se ha salvado a aquel individuo, pero no un animal. Hay unas pocas excepciones a esto. Una, por ejemplo, es salvar animales que son "sobreproducidos", como ocurre en el hospital de Whitechapel [Londres], donde, aparentemente, crían más ratones de los que utilizan en experimentos, significando que se mata a muchos de ellos sin que sean utilizados.

Aun así, intentar conseguir la liberación animal de tal modo parece no sólo terriblemente lento sino imposible. Y no olvidemos que esos animales rescatados necesitan atención, lo que hace que muchos activistas gasten su tiempo cuidando unos pocos individuos en lugar de salvar a millones por medio de campañas —y lo mismo ocurre con el dinero gastado en santuarios— lugares donde se cuida y mantiene en las mejores condiciones posibles a animales rescatados.

Y es a la hora de causar daños materiales donde nos encontramos ante un mayor problema. Para empezar, en la mayoría de los casos el daño se ve cubierto por un seguro, o la compañía tiene dinero suficiente para cubrirlo fácilmente —por ejemplo, para McDonald's la rotura de un cristal es como perder un céntimo para la mayoría de nosotros. Para continuar, incluso si conseguimos cerrar un negocio —como una carnicería o un laboratorio— los consumidores simplemente comprarán carne en el supermercado y los experimentos se realizarán en otras instalaciones. Y finalmente, hasta que exista una amplia conciencia social sobre un tema —lo cual no quiere decir que todo el mundo tenga que estar necesariamente de acuerdo—, el uso de tales acciones simplemente pondrá a la gente en tu contra.

Inglaterra es probablemente el país occidental donde el "tema de los animales" está más extendido, y aún así el público general no sabe nada sobre derechos de los animales. Puede que hayan oído hablar de un laboratorio donde no se siguen las regulaciones de bienestar animal, o muchas cosas sobre la caza o la peletería. Pero es suficiente con hablar con la gente para descubrir que prácticamente nadie ha cuestionado jamás la creencia de que los humanos son más importantes que los otros seres sintientes, o si podemos usar a estos últimos como recursos independientemente del sufrimiento que se les cause.

Hay activistas que dicen: "A los animales les importa un pimiento la opinión pública". Esto resulta difícil de creer, cuando es precisamente la opinión pública la causa de la explotación de los animales.

En general, los activistas deberían darse cuenta del valor que tienen y entender que pueden salvar muchos más animales realizando campañas informativas que con la mayoría de la "acción directa". Al fin y al cabo, nuestra efectividad es enormemente reducida en la cárcel. Aunque debe ser subrayado otra vez que, si la información que se va a desvelar es de gran importancia y el riesgo que se corre es pequeño —en cuanto a ser capturado y la posible condena— acciones de este tipo pueden ser muy útiles.

La "acción directa" destructiva es especialmente perniciosa en lugares donde el mensaje del movimiento no es generalmente conocido —en realidad, esto es en todo el mundo, pero más incluso fuera de Inglaterra y EEUU. Si la gente no ha oído hablar jamás de por qué deben tener derechos los animales y lo primero que oyen es que hay gente quemando establecimientos, no escucharán tus argumentos, pues te considerarán un terrorista. Un claro ejemplo de esto es Suecia, donde, para el público, decir que eres vegano significa que eres lo que ellos llaman "un militante vegano" —aunque parece que esto va mejorando— o sea, un miembro del Frente de Liberación Animal —un grupo indefinido de individuos que, por todo el mundo, se dedican a rescatar animales y a practicar el sabotaje económico por medio de la destrucción de propiedad de explotadores de animales. Esto parece deberse a una acción años atrás que fue firmada con espray con tal nombre. Muchos activistas de diferentes países con buenas intenciones están llevando a cabo esta clase de acciones en un intento de ayudar a los animales todo lo posible, sin percatarse de que les están haciendo un flaco favor.

Para otros, la acción directa es simplemente un modo de alimentar su ego; salir por ahí por la noche con un pasamontañas, destruyendo cosas, huyendo de la policía...¡Esto es la guerra! ¡Qué aventura! Y que nadie se atreva a criticarlos, o serán tachados de "blandos" [“fluffy” en inglés] o traidores.

Es algo muy extendido el pensar que aquellos que usan la acción directa dan más por los animales que otros. Esto carece de sentido. Hay gente que usa la "acción directa" y se pasa el resto del tiempo en el bar o no haciendo mucho por los animales. Y hay gente que no usa ese tipo de "acción directa" y que se pasan cada minuto de sus vidas escribiendo, leyendo, poniendo puestos, haciendo pancartas o paneles, dando charlas, ruedas de prensa...Pero si el primero es apresado entonces se dice que "era muy dedicado y dio su libertad por los animales" —quizás haciendo algo que en general no les beneficiaba en absoluto. El segundo será considerado un "blando" por no arriesgar su libertad. Pero en realidad, muchos de éstos no sólo la arriesgan, sino que renuncian a ella por completo, ya que no tienen casi tiempo para sí mismos debido a su absoluta dedicación.

El sabotaje de la caza —casi siempre la caza del zorro, que se hace sin armas, pero con perros que despedazan a la presa— es una práctica llevada a cabo por activistas ingleses que data de los años 70. Ésta consiste en seguir a las cacerías o estar alrededor de la zona donde la caza se producirá. Una vez la presa es divisada y/o escogida por los cazadores, los saboteadores utilizan trompas metálicas que producen un sonido como las que usan los cazadores para llamar a los perros, que acuden al reclamo de los activistas en lugar de dar caza a la presa. Esta actividad sí salva animales, ¡pero usar a unos 15 activistas para salvar 1 o 2 animales en un día...! Imaginemos cuántos animales se salvarían si hubiesen estado poniendo puestos informativos. Solamente consiguiendo que alguien se haga vegetariano se están salvando miles de vidas —y, por supuesto, el impacto social es tremendamente mayor que esto. El efecto de que una persona se haga vegetariana no para ahí, ya que ésta difunde el vegetarianismo a su alrededor. Y no olvidemos que el cambio de la concepción social de los animales —lo cual es menos visible que el cambio en la dieta de alguien— tiene una repercusión más lenta pero mucho más profunda, conseguida por medio de la difusión de información. Por el contrario, el salvamento del zorro no va más allá. En estos casos se utiliza a menudo chantaje emocional del tipo de: "¿No te importa la vida de esos individuos?"

Algunos activistas dicen: "Sí, poner puestos es importante, pero tienes que enfrentarte a los "abusadores de animales". Uno se pregunta por qué. Si el enfrentamiento salva más animales, debe practicarse, si no, no.

CREANDO ENEMIGOS DE FORMA INNECESARIA

Algunos grupos utilizan técnicas como criticar o apoyar a ciertos políticos en relación con su actitud sobre temas animalistas. Otros usan métodos sexistas para llamar la atención del público. Éstas y otras tácticas parecen algo peligrosas, ya que pueden poner a gente en tu contra no por lo que dices, sino por cómo haces las cosas. Es una pena que alguien no se nos una o que se oponga a nosotros por cosas que no están directamente relacionadas con nuestros planteamientos.

Si criticamos a un partido político es muy posible que la gente que lo apoye se ponga contra nosotros. Lo mismo ocurre con alguien que rechaza el sexismo y que nos vea haciendo un acto sexista en la calle —usando chicas "sexis", por ejemplo, para llamar la atención del público. Y en este último caso se preguntarán por qué estamos contra la explotación de los animales no humanos y no de las mujeres.

Como movimiento nos debemos mantener neutrales en aspectos que no involucren a otros animales. Como mucho, podemos condenar el sexismo o el racismo, ya que el paralelismo con la base de nuestra ideología —igualdad entre seres que sienten— es bastante obvio. Pero no deberíamos incluir tales temas a no ser que sean útiles a la hora de explicar nuestra postura, y, desde luego, no otros temas, ya que simplemente reduce la cantidad de gente que se quiera involucrar. Si requieres que para estar contra el abuso de los animales debes estar contra muchas otras cosas, el camino que la gente ha de seguir hacia tal convicción se vuelve más y más estrecho.

Mucha gente dice que "todo está relacionado", y que todas las luchas —las que ellos creen correctas, por supuesto— deberían estar unificadas. Para empezar, la prioridad de la abolición de la esclavitud y del asesinato de los animales no humanos debería ser algo que estuviese claro como el agua para cualquiera que no sea especista. El número de víctimas que son torturadas y ejecutadas, el sufrimiento indescriptible al que son sometidas, y el hecho de que sean criaturas totalmente inocentes e indefensas cuya explotación es completamente ignorada, hace que cualquier comparación con la liberación humana resulte insultante para los otros animales. Esto no quiere decir que el sufrimiento y muerte de humanos importe menos, sino que, si contamos el número de individuos implicados, la prioridad parece obvia. También, decir que existe la lucha por los derechos de los animales además de otras luchas es claramente antropocéntrico, ya que éstas sólo afectan a los humanos. Si aceptamos que tales luchas son varias, tendríamos que hablar de la lucha contra el uso de sardinas en experimentos, para comida y en acuarios también como luchas diferentes, no una sola.

En segundo lugar, si de modo especista alguien decide luchar por otras causas, que forme otro grupo relativo a ese tema y que trabaje en él. Pero que no espere que todo el mundo que está de acuerdo con que los animales deban tener derechos tenga que estar de acuerdo también en todo lo demás con él o ella.

Cuanto más variado sea el tipo de gente al que llegamos, mejor. A muchos les preocupa seriamente trabajar con gente cuya ideología —aparte de lo relacionado con los animales— no concuerda con la suya. No nos dedicamos a esta lucha porque nos guste la gente en ella, esperemos. Lo hacemos porque creemos que es lo correcto. Y debemos trabajar con gente que nos gusta y gente que nos disgusta.

En lo que a activismo se refiere, no importa lo que cada persona piense, siempre y cuando esto no afecte en absoluto al trabajo del grupo. Evidentemente, si un nazi va a una manifestación nuestra con una esvástica, un ácrata lleva símbolos anarquistas o un machista hace comentarios desagradables en una protesta, no deberíamos permitirlo, pues esto afecta a la imagen de nuestro movimiento. Pero si otros pueden usar su trabajo —o ellos usar el de otros— para salvar más animales, ¿quiénes somos nosotros para decir que no pueden? Yo, particularmente, he sufrido discriminación xenófoba por parte de algunos activistas ingleses, pero prefiero aguantar eso antes que no tener a esas personas como activistas.

Algunos parecen muy preocupados por la posible infiltración de fascistas en el movimiento. Es probable que algunos de ellos intenten hacerlo, ¡aunque no están teniendo mucho éxito!. Se sugiere que estarían intentando que gente preocupada por los animales se involucrara en temas fascistas. Cualquiera que lleve un tiempo en nuestro movimiento habrá notado que estos casos son muy extraños y excepcionales, de modo que no parecen representar un riesgo. Pero lo más sorprendente es observar semejante preocupación por los fascistas e ignorar por completo una infiltración real y muy extendida: el anarquismo. Resulta más apropiado hablar del “anarquismo” que de “los anarquistas”, pues esta infiltración se da a menudo sin la intención de serlo; simplemente ocurre con el flujo de anarquistas dentro de grupos y actos por los derechos de los animales, quienes traen consigo otras preocupaciones sociales que ellos consideran de gran importancia. Esto no quiere decir que el anarquismo sea bueno o malo, simplemente es un tema de poca relevancia, al igual que otras tendencias políticas no relacionadas con los animales no humanos. Sólo afecta a estructuras sociales humanas, o sea, un porcentaje extremadamente reducido de los seres sintientes en la Tierra —y encima, siendo éstos quienes hacen más daño a los demás. Teniendo esto en cuenta, gastar tiempo o energía en algo similar es especista. El cambio de la organización social de los humanos no implicará necesariamente una mejora para los animales, tal y como hemos observado a lo largo de la historia en muy variados tipos de sociedades —incluso comunidades reducidas— que sometían igualmente a los otros animales para su propio beneficio. Viendo esto, deberíamos evitar involucrarnos como movimiento en cuestiones políticas o sociales que sólo afectan directamente a los humanos, las cuales únicamente alcanzan de modo marginal a los otros seres sintientes.

Vemos, como algo generalmente aceptado dentro del movimiento, una "A" dentro de un círculo en infinidad de sitios: en títulos de revistas, pegatinas, postales... incluso el símbolo del Frente de Liberación Animal [F.L.A. o A.L.F. en inglés] es a menudo escrito con ella. Comentarios que expresan ideas anarquistas son comunes en artículos y revistas a favor de los derechos de los animales, las cuales son tratadas como algo que se supone que todos aceptamos —esto en ningún momento quiere decir que todos los anarquistas en el movimiento lo hagan. Incluso, en algunos grupos por los derechos de los animales, uno no es muy bien visto si no comparte estas ideas. Como se ha comentado antes, si un fascista va a una manifestación con una cruz gamada, no se lo deberíamos permitir, pues da una mala imagen al movimiento debido a la opinión pública sobre el fascismo. Pero, a pesar de que el anarquismo es igualmente considerado como algo malo por la mayoría de la sociedad, ¿quién se atreve a decirle a los activistas que no lleven simbología anarquista a las manifestaciones?

Esto no quiere decir que debiéramos estar contra los anarquistas o que no debiéramos trabajar juntos. Sencillamente, el anarquismo no se debe ver como una parte de movimiento por los derechos de los animales, porque no lo es. Y no se le debería permitir a nadie que impida que otra gente con ideologías diferentes a la suya se implique en esta lucha sólo porque no está de acuerdo con ellos en otros temas.

Deberíamos intentar que toda la gente posible trabaje cuanto pudiera para ayudar a los animales, y nadie tiene el derecho a decir: "No, yo prefiero que se mueran animales antes que trabajar contigo". Esto, desde luego, demuestra no estar a favor de la consideración igualitaria de los intereses de los animales.

EPÍLOGO

Para obtener una idea más clara de lo tratado en este artículo, quisiera resumir en unas pocas palabras las cuestiones más importantes:

- Para conseguir un cambio significativo en la sociedad, debemos encarar el problema tal y como lo que es, sin usar argumentos que son sólo provisionalmente convenientes, los cuales socavan el desarrollo de la causa que tratamos, abandonando el argumento real: otros animales también experimentan placer, satisfacción, dolor y malestar; por lo tanto, ignorar o infravalorar sus intereses es éticamente injustificable.

- Regular la explotación no hace nada por su abolición; por el contrario, impide ésta al aceptar de algún modo el uso de animales mientras sean mejor tratados.

- Aquello por lo que luchamos es una cuestión de justicia; no de pasión o amor. Muchos animales que no despiertan tales sentimientos en muchos de nosotros sienten tanto como los que sí lo hacen.

- Luchar contra las consecuencias en lugar del origen del problema sólo malgasta recursos que deberían ser usados en hacer que la gente reflexione sobre el tema. Al mismo tiempo, desvía la atención del problema original, haciendo que éste parezca consistir de unos pocos “lugares perversos” y “perversos individuos” en lugar de algo que nos involucra a todos directamente.

- No debemos perder la perspectiva y habremos de escoger aquellas campañas que salven más animales a largo plazo. Los animales que existen hoy son un minúsculo porcentaje de aquellos que serán matados y torturados en los próximos siglos o milenios. Prestar atención excesiva a quienes sufren ahora es condenar a millones de animales a sufrir la misma suerte. No podemos salvarlos a todos, !pero salvemos a todos aquéllos que podamos!

- El resultado de cada acción debería ser cuidadosamente medido, pues un paso en la dirección equivocada puede ser muy perjudicial para los animales. Nuestro enfoque ha de ser a largo plazo, no dejando que la impaciencia nos lleve a hacer cosas que pueden ser muy perniciosas más tarde. 

- La lucha por los derechos de los animales es para todos aquellos que honestamente desean ayudar a los animales. Todo el mundo puede encontrar la forma de incluir estas ideas en su mentalidad.

Espero que lo aquí escrito haya sido de utilidad a la hora de crear debate y encontrar el camino adecuado para nuestro movimiento. Quisiera agradecer a los lectores que hayan dedicado parte de su tiempo a la lectura de este artículo y me placería recibir comentarios.

Independientemente de los desacuerdos que podamos tener entre nosotros, insisto en la necesidad de debatir y de llegar a un consenso que nos ayudará a encontrar el mejor camino para conseguir el objetivo que todos compartimos. 

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