"Lo que tengo que pensar en todo momento es si con mis acciones no contribuyo al daño que condeno. Y si son parte de ese daño, ¿qué haremos? Thoreau nos dice: rompe la inercia; haz que tu vida ayude a parar la máquina." ~ Vanina Escales
Nuestra sociedad está inmersa en una permanente y extrema contradicción.
Por un lado, consideramos y tratamos a los demás animales como objetos. Por otro lado, somos conscientes de que ellos en realidad no son objetos. Los demás animales sienten y tienen intereses. Después nos lamentamos de las efectos terribles que conlleva considerar a los animales como objetos, como simples medios para satisfacer nuestros fines: alimentación, vestimenta, ocio,..
¿Acaso no sucede lo mismo cuando consideramos como objetos a los seres humanos? Si ignoramos la individualidad y los intereses de otros humanos entonces es inevitable que les causemos daño, sufrimiento y muerte. ¿Cómo no va a suceder lo mismo cuando se trata de otros animales? Nos sorprendemos de algo que nosotros provocamos al ignorar el hecho de que los demás animales sienten, sufren y desean vivir y evitar el daño.
Sabemos que los demás animales son seres conscientes —son individuos con su propia voluntad e intereses— pero los tratamos como objetos. No queremos que los demás animales sufran innecesariamente por nuestra culpa pero al mismo tiempo les causamos todo tipo de perjuicios constantemente y de forma innecesaria.
Parece que sólo nos damos cuenta de la inmoralidad de esa cosificación cuando vemos a alguien practicando la violencia directa contra otro animales —por ejemplo, en la caza o en la tauromaquia— pero no nos paramos a pensar en que nosotros estamos haciendo lo mismo cuando cuando consumimos productos de origen animal: carne, lácteos, huevos, miel, lana,... Todos estos productos implican privación de libertad y agresión a la integridad física de los animales sometidos a explotación.
Decimos que está mal dañar o matar a otros animales innecesariamente —por mero placer o diversión— pero no necesitamos utilizar a otros animales para comida, vestimenta o entretenimiento; y sin embargo los utilizamos.
El profesor Gary Francione analiza esta confusión de la siguiente manera:
1. Casi todos nosotros estamos de acuerdo en que está mal hacer daño a otros animales innecesariamente, por simple diversión o placer.
2. Pero resulta que que el 99% de los usos que hacemos de otros animales son innecesarios, y todos ellos implican dañar, hacer sufrir y matar a los demás animales.
3. Por tanto, si de verdad estamos en contra de matar o hacer sufrir innecesariamente a los demás animales, entonces, por simple coherencia, deberíamos dejar usarlos como comida, vestimenta o entretenimiento. Todos estos usos son innecesarios y causan daño, sufrimiento y/o muerte a los demás animales.
La única forma de salir de esta absurda contradicción es ser coherentes con el hecho de que los demás animales no son objetos y, por tanto, dejemos de tratarlos como si lo fueran. De lo contrario estaremos incurriendo en hipocresía y convirtiendo en víctimas inocentes a otros animales por simple diversión o por inercia de nuestros hábitos.
La cuestión moral del asesinato no reside en primer lugar en cómo se lleva a cabo sino en el hecho mismo de cometerlo. Los demás animales desean vivir y que no les hagan daño. ¿Por qué razón habría que respetar ese interés sólo en los humanos pero no también en los los otros animales si es el mismo interés? Esto se aplica igualmente al resto de intereses básicos que compartimos con ellos. Ninguna razón justifica discriminarlos sólo por no ser humanos. Esta discriminación es arbitraria.
Tampoco tenemos necesidad de utilizar a otros animales para vestimenta, entretenimiento o cualquier otra finalidad. Casi todos los usos de animales son ya ahora mismo perfectamente prescindibles o intercambiables por opciones que no implican usarlos. No son necesarios en ningún sentido razonable del término.
No hay nada en nuestra naturaleza que nos obligue a explotar a otros animales. Podemos vivir sin utilizarlos como comida u otros fines; aparte de que la naturaleza no es ningún criterio ni referente moral. En la naturaleza hay agresiones, hay canibalismo y hay muchos otros comportamientos que no es correcto que imitemos. Señalar la naturaleza no es realizar ningún razonamiento moral, sino una simple descripción de algo que sucede.
Se puede vivir sin explotar a otros animales del mismo modo que podemos vivir sin explotar a otros humanos. No tiene nada de extraordinario ni de peculiar. Millones de personas en todo el mundo vivimos sin utilizar a los demás animales, es decir, sin usarlos como comida, vestimenta, entretenimiento o cualquier otro fin que implica privarlos de libertad o matarlos. Esto no es una mera idea o propósito. Es un hecho.
No debemos aceptar el enfoque bienestarista que se limita a posturar que debemsos "reducir el sufrimiento" porque, entre otras cosas, esto sirve para justificar la explotación con la excusa de que esta se intenta llevar a cabo con el "menor sufrimiento". En cambio, el enfoque humanitario que exige no causar ningún daño que no fuera estrictamente necesario para la supervivencia nos conduce ineludiblemente al veganismo.
No necesitamos utilizar a los demás animales en ningún sentido razonable del concepto de necesidad. No necesitamos usarlos para comida ni para vestimenta ni para cualquier otro fin que sea necesario para vivir y gozar de una buena calidad de vida. Así que cualquier clase de daño que les causemos por este motivo no se puede excusar apelando a la necesidad y es moralmente injustificado.
En resumen:
* Decimos que nos tomamos en serio los intereses de los animales, pero luego no dudamos en usarlos y matarlos para nuestro beneficio. Les hacemos cosas que no querríamos que nadie nos hiciera a nosotros mismos. Sólo porque no son humanos creemos que su deseo de vivir, o de evitar el daño, tiene menos valor que nuestro deseo de paladear trozos o secreciones de sus cuerpos.
* El hecho de explotar a otros animales no se puede justificar moralmente, del mismo modo que tampoco se puede justificar en el caso de seres humanos. Utilizar a otros individuos contra su voluntad y sus intereses es una flagrante violación del principio moral de igualdad que forma parte de una ética racional.
* Si de verdad nos importara evitar causar daño innecesario a otros animales, entonces lo único coherente y efectivo sería dejar de utilizarlos. No tenemos ninguna necesidad de comer animales, o de vestirnos con trozos de sus cuerpos, y lo hacemos simplemente por costumbre, por inercia, o por mero placer.