25 de enero de 2014

Alerta: periodismo basura




Me he encontrado hace poco con esta desgraciada noticia en La Vanguardia:
"Katharina Katit-Stäheli, la mujer suiza que degolló a su hijo de diez meses en el Hospital de Torrevieja, tiene 40 años y es una apasionada de los animales, en especial los caballos, y una vegana convencida. Precisamente su férreo seguimiento a esta dieta fue lo que le hizo perder la custodia de su hijo Dylan, ya que se negó en rotundo a que el pequeño fuera tratado de la hidrocefalia que padecía con la ayuda de la medicina tradicional."
A la desgracia del suceso se añade el tratamiento de la noticia que hace este periódico, mencionando que la autora del crimen era supuestamente vegana, y que al parecer eso tiene que ver con lo que ha sucedido. Por ello, me gustaría señalar una serie de puntos al respecto.

Primero; no está claro que la aparente autora de estos hechos sea vegana. Que sea "amante de los animales", o que llevara una dieta completamente vegetal, o que esté en contra de la "vivisección", nada de eso implica que sea vegana. A mi modo de ver, ser vegano es estar a favor del reconocimiento de los animales no humanos como personas. Esto significa estar en contra de su esclavitud —de su utilización como recursos y propiedades de los humanos. Es una postura moral, que obviamente se lleva a la práctica, pero no es una dieta ni es un estilo de vida ni tiene que ver con el "amor a los animales". Veganismo es el equivalente del feminismo, pero aplicado al problema de la opresión especista sobre los demás animales. 

No está nada claro que esta persona sea partidaria del veganismo, según lo defino aquí, sino que su práctica de no consumir productos animales, y su rechazo a la vivisección, puede estar motivada por otros motivos de tipo puramente personal o emocional. Al igual que hay personas que no practican ninguna religión pero que no están contra de la religión ni tienen una postura a favor del laicismo, sino que simplemente no quieren participar en la religión porque no les apetece o porque no les gusta. 

Habrá, por supuesto, personas que no estén de acuerdo con esta definición, y habrá otras que sí. Pero como esta definición es la única que aporta un carácter singular al concepto de veganismo y no lo confunde con otras nociones —y además es una definición avalada por la historia del movimiento vegano desde sus comienzos— considero entonces que sería la definición correcta y apropiada. 

En cualquier caso, incluso que la autora de este suceso resultara ser en efecto vegana no altera ni invalida los argumentos que pretendo exponer aquí. Si en embargo, en otros medios informativos que he consultado resulta que en ellos no se menciona siquiera el veganismo cuando cubren la noticia. 

En segundo lugar; hay personas que ciertamente no son veganas y que han asesinado a sus hijos pequeños. Si alguien lo duda que acuda a la hemeroteca y en seguida verá una  lista de de casos. Me pregunto si alguien considera que no-ser-vegano tiene relación directa y causal con esos hechos. Al menos deberían señalarlo en la noticia: "padres especistas asesinan a sus propios hijos". En el caso de que consideremos que es lícito mencionar factores que no están involucrados en el suceso para dar a entender como si fueran sus causantes. Obviamente el hecho de ser especistas no fue la causa del asesinato sino que se debió a otros motivos. Pero si cada vez que alguien supuestamente vegano cometa alguna inconveniencia o delito, vamos a resaltar que supuestamente es vegano entonces hagamos lo mismo cuando hablemos de los millones de seres humanos especistas que cometen crímenes, aunque el especismo no tenga realmente que ver, en esos casos, con lo que hacen.

Tercer punto: lo que ha hecho esta persona no tiene relación alguna con el veganismo ni tampoco con la filosofía de los Derechos Animales. Ni el veganismo, ni los Derechos Animales, promueven  en modo alguno agredir o matar a nadie; sino todo lo contrario. Lo que promovemos es precisamente el respeto integral por todos los animales —humanos y no humanos— como personas. Esta noción moral es incompatible con el asesinato en cualquier forma. El veganismo postula que no debemos utilizar a los demás animales como medios para nuestros fines. El veganismo es una extensión del principio de la noviolencia hacia los no-humanos.

Tendría algún sentido mencionarlo si el veganismo propusiera algún tipo de hostilidad contra alguien —como sí sería el caso de determinadas ideologías políticas o religiosas. Pero no siendo el caso, la alusión a que esta persona es supuestamente vegana no tiene ningún sentido. ¿Y si fuera feminista también habría que señalarlo? ¿Y si fuera liberal o fuera socialista? Lo que ocurre es que ser vegano es una condición que llama la atención dentro de una sociedad que considera normal y aceptable explotar a los animales. Y cuando dicho dato llega al conocimiento de un periodista con ánimo sensacionalista entonces no duda en mencionarlo en primera plana para incitar a la polémica.

Cuarto; si alguien se molestara en leer las noticias al respecto, todo parece indicar que la conducta de esta madre es claramente producto de una grave perturbación mental. Se trata de un problema psicológico-emocional —que nada tiene que ver tampoco ni está causado por la práctica del veganismo. Pretender acusar o relacionar al veganismo con este suceso sería como intentar relacionarlo con el hipotético hecho de que esta persona fuera partidaria del feminismo o del ateísmo o del republicanismo. Ninguna de estas posturas morales o ideológicas promueve o acepta el asesinato, ni ningún tipo de agresión contra nadie. El veganismo tampoco.

Quinto; la noticia dice que la madre, debido al hecho de ser supuestamente vegana, rechazaba "la medicina tradicional" y que su negativa a que su hijo recibiera obligadamente tratamiento médico fue lo que motivó el asesinato. Este punto merece una aclaración específica.


En primer lugar, el veganismo no tiene nada en contra de la medicina ni de la "medicina tradicional". Aunque no está muy claro que quiere decir eso de "tradicional", porque "tradicional" para muchos significa "remedios tradicionales" que provienen de la tradición popular o familiar desde hace siglos. Pero si lo a lo que se refiere es a la medicina con base científica, entonces el rechazo no tiene que ver con el veganismo. El veganismo no se opone a la ciencia

El veganismo se opone sólo al uso de animales no humanos. Si alguien es vegano entonces no participará en cualquier actividad que implique como tal utilizar a otros animales. Si nos referimos al ámbito de la ciencia, esto es: trabajar en actividades que usen a animales consumir o productos que estén hechos con sustancias quitadas a los animales. 

Pero ¿qué ocurre si para conservar nuestra salud necesitamos de verdad recurrir a un tratamiento o un medicamento que hubiera sido producido a partir de animales? Bien, esto es un tema delicado. Incluso en esta sociedad especista y dependiente de la explotación de los animales resulta que el 99.99% de los usos que hacemos de no-humanos no son necesarios para vivir y tener una buena calidad de vida, y existen opciones/alternativas que no implican utilizar a los no-humanos. Aunque siempre puede haber una excepción.

Ahora bien, el hecho de recibir determinado medicamento/tratamiento que hubiera sido experimentado con nohumanos no significa participar en el uso de animales. Otra cosa sería que el producto en sí estuviera hecho con sustancias que le han sido extraídas a otros animales. No son lo mismo. Los testeos con animales forman parte del protocolo obligado para todo medicamento o sustancia para consumo humano. Una vez que ha sido probado, no hay nada moral o práctico que nuestro rechazo suponga para ese hecho. Del mismo modo que si los nazis hubieran encontrado la cura del cáncer experimentando con judíos no vamos a solucionar nada negándonos a recibir dicha cura, ni al hacerlo tampoco vamos a apoyar moralmente la explotación de judíos o seres humanos en general.

Vayamos a lo concreto: ¿el tratamiento que necesitaba el hijo de la autora de este crimen implicaba siquiera el uso de animales en su elaboración o producción? La respuesta es no. El tratamiento es de tipo quirúrgico [drenaje] y no implica utilizar ni matar a ningún animal para ello. Por tanto ¿de dónde se ha sacado La Vanguardia que el hecho de ser vegana tiene algo que ver con su rechazo a este tratamiento? 

En definitiva, considero que esta noticia es otro enésimo ejemplo de periodismo basura, al que por desgracia ya estamos habituados. Ese periodismo que sólo busca llamar la atención con titulares sensacionalistas y distorsionados. Ese periodismo que, por ejemplo, cada vez que ocurre algún suceso no duda en señalar la raza, la nacionalidad o la orientación sexual de los autores o los involucrados, cuando ninguna  de esas características tiene relación directa con los hechos y lo único que consigue es fomentar prejuicios. 

Claro que el hecho de que haya periodistas que distorsionan, que no contrastan las fuentes de sus informaciones, o que directamente mienten, no implica que todos los periodistas hagan lo mismo, ni que el hecho de ser periodista implique mentir o faltar a la verdad. De igual modo que el hecho de que algunos veganos se comporten de forma indebida por cuestiones personales  o psicológicas no implica nada para el resto de veganos ni tiene relación con el propio veganismo.

No cabe duda de que esta noticia será utilizada como arma contra el veganismo, del mismo modo que se ha utilizado la noticia de que unos padres supuestamente veganos habían causado la muerte a su hijo por desnutrición, para intentar así argumentar que la práctica del veganismo no es saludable en general o específicamente para niños. Este tipo de noticias fraudulentas lo analicé en una entrada anterior, donde expliqué que la asociación con el veganismo era errónea y que había sido un caso de simple negligencia. Un tipo de negligencia que algunos padres no veganos cometen también. Pero a quien tiene ya un prejuicio y una intención de hostilidad contra el veganismo no le importará la verdad de los hechos sino simplemente atacar aquello que no le gusta o que contradice sus ideas preconcebidas.

A modo de conclusión, quisiera señalar que si realmente nos importa que dañen o maten a otros individuos que sienten y desean vivir, deberíamos reflexionar sobre lo siguiente:

Si consumimos productos de origen animal [carne, lácteos, huevos, miel, cuero, lana,...] entonces estamos pagando para que maten deliberadamente a otros animales. Esto es un hecho. Personas que no son veganas matan todos los días a otros animales —en las granjas, en los mataderos, en los laboratorios—  pero como vivimos todos inmersos en una sociedad especista, esto pasa inadvertido. No aparece en las noticias. Ignoramos, o queremos ignorar, que a pocos kilómetros de nuestras casas están matando a otros animales simplemente por que obtenemos un placer al comer trozos y secreciones de sus cuerpos. Esto sí sucede por causa de una forma de pensar —que denominamos especismo.

Desde este blog rechazo y condeno este asesinato, igual que cualquier asesinato contra cualquier persona —humana o no humana— sin importar su raza, sexo, tamaño, aspecto, orientación sexual, o cualquier otra característica irrelevante. Todos los animales merecen el mismo respeto en tanto comparten la única característica moralmente relevante: la capacidad de sentir

20 de enero de 2014

¿Qué significa ser persona?


Tradicionalmente se ha reservado la noción de persona sólo para los seres humanos. Sin embargo, a continuación pretendo mostrar que no habría una razón objetiva que justifique discriminar a los otros animales, sólo por no ser humanos, de la categoría de personas.

Etimológicamente, el término persona proviene del griego antiguo, para referirse a lo que en el contexto escénico hoy entenderíamos como personaje. ¿Qué es esencialmente un personaje? Es un individuo con su propia perspectiva, cualidades e intereses. Es un punto de vista en el mundo. Esto es, la persona sería sinónimo de sujeto. Un sujeto es un ser que posee subjetividad, es decir, un ser que no simplemente existe sino que genera una perspectiva singular sobre el mundo; que experimenta a través de sensaciones, emociones, deseos, sentimientos y pensamientos.

Persona, por definición esencial, sería cualquier ser que posee subjetividad, es decir, conciencia de sí mismo y de sus experiencias. Una persona es por tanto un sujeto —un ser que posee un yo.


Si nos atenemos al elemento esencial del concepto entonces deberíamos reconocer como persona a todo ser que esté dotado con la capacidad de sentir, puesto que la capacidad de sentir implica la conciencia. Éste es el requisito a nivel fisiológico para ser incluido en el concepto de persona, en oposición a la noción de cosa o de objeto. Gracias a la investigación científica, sabemos que los animales no humanos son seres conscientes.

El aspecto moralmente relevante del concepto de persona está en la consideración que implica. Es decir, una persona es un ser que, a diferencia del resto de seres, posee un valor inherente. Así lo explica la profesora Priscilla Cohn:

«Al aseverar que los animales tienen un valor inherente, quiero decir que su valor es independiente de nuestros juicios respecto de su utilidad, belleza y así sucesivamente. Decir que los animales tienen un valor inherente significa entonces que su valor no es instrumental, o que no son meramente medios para nuestros fines humanos.»

Por esto, si un ser tiene un valor inherente esto quiere decir que no se le puede tratar justificadamente como si sólo tuviera un valor instrumental; esto sería explotación. Por esta razón entendemos que la esclavitud es inmoral. Un valor inherente es un valor absoluto —no relativo— e intrínseco al propio ser. Es un valor que no depende para su existencia de nuestro gusto o conveniencia.

Los únicos seres que pueden valorar son los seres sintientes. Sólo ellos pueden generar valoraciones —preferencias, deseos, intereses. Además, todos los seres sintientes se valoran a sí mismos —valoran su conservación, su bienestar y su libertad— aunque nadie más lo hiciera. Esto es lo que quiere decir que ellos poseen, de hecho, un valor inherente: un valor fijo e intrínseco a sí mismos por el hecho de ser sintientes.

Al ser sintiente también lo podemos denominar como individuo. El hecho de ser sintiente implica que uno se identifica a sí mismo [A=A] como una unidad diferenciada, dividida, del resto que lo rodea. Esto es el individuo. Y también es sinónimo de sujeto, en oposición a objeto.

Así pues, desde el punto de vista empírico, lo que define la condición de persona sería la sintiencia o conciencia sensitiva. Por otra parte, desde el punto de vista moral, lo que define la condición de persona es el valor inherente o valor moral intrínseco. Esto es, la noción de que el ser considerado como persona merece ser considerado y respetada por sí misma —como un fin en sí mismo— y nunca como un simple medio para conseguir alguna finalidad. Como diría don José Ortega y GassetNos es dado a elegir, ante otro sujeto, entre tratarlo como una cosa —utilizarlo— o tratarlo como un «Yo» 

La noción moral de persona y el hecho fisiológico de la sintiencia coinciden lógicamente a través del principio de identidadSer sintiente —> Valor inherente —> Persona. Un ser dotado de sensibilidad genera un valor inherente y este valor implica que no es un objeto que sólo posee un valor instrumental que nosotros le asignemos.

La razón moral nos obliga a respetar a los seres sintientes; en tanto que son los únicos seres que poseen identidad. Mejor dicho: son identidad. La identidad —la conciencia de sí mismo— es lo que caracteriza esencialmente al ser sintiente. Y dado que un ser sintiente es un sujeto, y no un mero objeto, entonces no sería lógicamente correcto considerarlo ni tratarlo como un objeto, como si fuera una cosa que carece de valor intrínseco y podemos tratar instrumentalmente.

Sentir no significa simplemente obtener información sino procesar percepciones en forma de sensaciones, es decir, experiencias subjetivas. Eso es la conciencia: la conciencia sensitiva. En eso consiste ver, oír, oler, saborear, disfrutar, sufrir,... Esto es sentir.

Las plantas no sienten. Aunque puedan detectar la luz o sonidos, las plantas tienen ninguna capacidad para procesar esa información en forma de experiencias subjetivas, puesto que carecen de órgano o dispositivo que pueda ejercer esa función. Sólo los animales dotados de un sistema nervioso adquieren la facultad de sentir, ya que sabemos que precisamente una de las funciones principales del sistema nervioso centralizado consiste en generar sensaciones.

El dolor es una sensación. El placer es una sensación. La imagen también lo es. Al igual que los sonidos, los olores, las texturas, los placeres, los dolores. Son fenómenos físicos que se originan en determinada forma de la materia que es el sistema nervioso. Son producto de la actividad química y eléctrica del sistema nervioso.

El problema para determinar la conciencia radica en que se trata de una experiencia privada que no se puede observar desde fuera ni medir ni cuantificar. Por eso la única evidencia es la conciencia personal que tiene cada uno de sí mismo. Todo lo demás son siempre deducciones; no evidencias objetivas. Pero si las deducciones son lógicamente consistentes y se basan en evidencias empíricas, entonces hay que aceptarlas racionalmente.

Sabemos con certeza que nosotros podemos sentir porque tenemos estructuras neuronales especializadas en nuestro sistema nervioso que generan las sensaciones. Y resulta que los demás animales poseen esas mismas estructuras en forma idéntica, análoga o muy similar en su sistema nervioso. Por tanto, la única conclusión razonable sería deducir que ellos sienten. Si sienten entonces son seres conscientes. Por tanto merecen ser considerados y respetados como personas.

¿Podemos cuestionar el hecho de que "ver una imagen" implica "ser consciente de la visión de una imagen"? Hacerlo sería tan contradictorio como suponer que es posible sentir dolor sin ser consciente de que se siente dolor. Así, la sintiencia implica la conciencia. Todo ser sintiente es por este motivo un ser que posee una mente consciente.

Siempre que se produce una sensación tiene que haber necesariamente conciencia de esa sensación. Por ejemplo, si hay dolor tiene que haber por fuerza alguien que siente ese dolor !No puede haber dolor sin que haya alguien que le duela! El fenómeno de la sensación requiere de la subjetividad. Es por ello que entendemos que cualquier ser sintiente debe disponer, como mínimo, de una conciencia básica de sí mismo y de lo que le sucede. Así, ser sintiente es ser consciente, al menos en un grado elemental.

Si otros animales pueden experimentar imágenes, sonidos, olores, texturas,... entonces deben poseer al menos una conciencia básica: un yo que experimenta las percepciones procesadas en sensaciones. La sensación implica conciencia: alguien-siente-algo. Así es la naturaleza de la subjetividad. Este fenómeno establece la diferencia radical —tanto a nivel lógico como biológico— entre un objeto y un sujeto: entre una cosa y una persona.

Aparte, es importante aclarar que el solo hecho de ser una persona no implica que tal persona tenga alguna clase de obligación o responsabilidad. La condición de persona sólo implica que los agentes morales respetemos su valor inherente, es decir, que consideremos a un ser sintiente siempre como un fin en sí mismo y nunca como un simple medio para los fines nuestros o de otros.

La responsabilidad y obligación sólo competen a los individuos que tienen una conciencia moral desarrollada. Persona no equivale a ser agente moral. Los animales no humanos son personas pero no son agentes morales —ni tampoco lo son todos los humanos— porque no tienen conciencia moral, que les permite comprender normas éticas y adaptar su conducta a ellas, y es por esto que no se les puede exigir obligaciones ni responsabilidad moral, ni sería lógico pretender que las tengan.

En definitiva, un ser dotado de sensación posee en efecto conciencia de sí mismo como individuo, y valora su propia conservación y bienestar y autonomía. Por tanto, no hay razón para no considerarlo una persona y respetar sus intereses.

En el contexto jurídico, el término persona se refiere al individuo que tiene la aptitud para poseer derechos. Los derechos son protecciones de intereses. Ahora, todos los seres dotados de sensación poseen intereses básicos, como el interés en continuar viviendo, así que no hay una razón básica que justifique discriminar a los otros animales sintientes de la personalidad jurídica. Si bien, aquí nos limitamos a tratar la cuestión de la personalidad en sentido neurobiológico y en sentido moral.

También hay otras concepciones diferentes de que lo que supuestamente deberíamos entender como persona, la cuales tienen como requisito necesario: [A] la capacidad de razonar o inteligencia, [B] la posesión de alma, o [C] la pertenencia a la especie humana.

Mi respuesta a esas concepciones es que son erróneas:


[A] La inteligencia, o la capacidad de razonar, no es una condición necesaria para tener conciencia. La conciencia sensitiva es la forma básica de conciencia. Es precisamente la conciencia lo que distingue al sujeto del objeto: al individuo de la mera cosa. Todo ser sintiente tiene conciencia por el mismo hecho de sentir. Sentir implica necesariamente que alguien siente algo —un sujeto experimenta una sensación. La sensación requiere del sujeto y la aparición de la subjetividad es lo que permite la conciencia. Por tanto, no es la inteligencia o raciocinio lo que genera la subjetividad como tal sino que es la sintiencia.

[B] La existencia del alma es un postulado metafísico que no ha sido demostrado ni cuenta con una sola prueba que avale su existencia. Por tanto, queda racionalmente descartada.

[C] Ni la capacidad de sentir ni la capacidad de pensar o razonar son exclusivas en la especie humana. Está demostrado que otros animales poseen dichas facultades. Ni siquiera son capacidades inherentes al hecho de ser humano, puesto que hay seres biológicamente humanos que carecen de sintiencia —embriones, cadáveres— o que carecen de raciocinio —bebés, seniles, discapacitados. Por tanto, asociar la personalidad, la condición de persona, con la pertenencia a la especie humana incurre en un evidente error.

En definitiva, considerar que los animales son personas es una posición basada tanto en la ciencia como en la filosofía. Consideramos que los animales sintientes son personas tanto desde una perspectiva empírica como desde una perspectiva moral, y pensamos también que deberían ser reconocidos como tales desde una perspectiva jurídica.

Para esta exposición me he basado parcialmente en el trabajo del profesor James W. Walters, que define formalmente la personalidad como la capacidad de ser consciente de uno mismo como un individuo singular en medio de otros seres. También en el trabajo del profesor Gary L. Francione, que considera que la noción de personalidad debe englobar a todos los seres sintientes; la cual está necesariamente asociada al rechazo de considerarlos como objetos y propiedades. Así como también en el trabajo del filósofo Mark Rowlands que argumenta que la condición de persona sería equivalente a la condición de poseer autoconciencia, siendo la autoconciencia básica una característica inherente a la propia naturaleza de todo ser consciente.

Bibliografía:








14 de enero de 2014

La verdad es una cuestión moral





El matemático y filósofo William K. Clifford defendía la noción de que tenemos una obligación ética de asegurarnos que nuestros conocimientos son realmente ciertos - basados en evidencias. La verdad es una cuestión moral. Porque de lo que nosotros creamos y difundamos como verdad dependerá las decisiones que tomemos, y esas decisiones nos afectan directamente a nosotros y a los demás.

Si esta postura es correcta, entonces hacer pasar por verdadero algo que no sabemos con certeza sería mentir. 

Si yo afirmara, por ejemplo, que "la civilización inca duró cuatro siglos" estaría mintiendo. Aunque el dato fuera objetivamente cierto. Porque no tengo ni idea de cuanto tiempo duró, pero aun así intento hacer pasar por verdadero algo que no sé ni me he molestado en enterarme. Da igual la veracidad del dato; lo importante es mi intención.

A nivel puramente factual, una proposición puede ser correcta o incorrecta según concuerde con los hechos. De ese modo, podremos decir que es cierta o que es falsa. Pero a nivel moral, lo relevante no es sólo si el hecho es objetivamente correcto o no; sino que la cuestión principal reside en la intención y la conducta motivada por dicha intención.

Cuando la información al respecto está disponible y accesible, pero sin embargo uno dice cosas que son objetivamente falsas, entonces está mintiendo siempre. No se ha tomado la molestia de averiguar, y confirmar, que su creencia o sus datos son verídicos. Un caso claro de esto es la viabilidad nutricional de la alimentación vegana. Quienes dicen que no podemos vivir sin usar a otros animales como comida - en el modo en que sea - están mintiendo siempre.

No quiero decir que cualquier error o falsedad que podamos enunciar en una declaración sea automáticamente una mentira. Pero si afirmamos algo falso como verdad porque previamente no nos hemos esforzado en conocer y confirmar si lo que estamos diciendo es realmente verdadero, entonces estamos mintiendo. Incluso aunque supusiéramos que sea verdad. La honestidad intelectual nos obliga a verificar todas nuestras creencias.

Tampoco estoy hablando del caso de que seamos engañados. Si alguien perpetra un engaño y caemos en la trampa a pesar de nuestras precauciones, entonces no estaríamos mintiendo. Esto es sólo excusable si alguien ha sido precavido. Tomar por verdad automáticamente lo que otros nos digan tal cual es una falta moral.

De este modo, la ética nos obliga a ser escépticos. Per ser escéptico no consiste en "no creer en nada". Ser escéptico, desde el punto de vista racional, implica no aceptar como verdadero nada que no tenga claras evidencias a su favor. Ya sean evidencias lógicas y/o empíricas.

Lo correcto no consiste en recopilar datos para sostener nuestros argumentos preconcebidos. Sino que primero debemos acudir a las evidencias y luego y ir deduciendo conclusiones lógicamente coherentes a partir de ellas. No al contrario: sólo dar por buenos los datos que coincidan con nuestro prejuicio.


La veracidad se basa solamente en la consistencia objetiva de las pruebas que se presenten. Quién sea la persona que presente los argumentos no es relevante para determinar si los argumentos que se presentan son verídicos. 

Hay que tener en cuenta siempre que una evidencia o certeza no es una creencia. El conocimiento de las evidencias es objetivo, universal y demostrable. En cambio, las creencias son un conocimiento derivado y susceptible de cambio, error y mejora. Las creencias, para ser racionales, deben basarse en las evidencias. Sólo así pueden dirigirse hacia la verdad.

El conocimiento se fundamenta en los axiomas (la lógica) luego en los los datos o videncias empíricas y, a partir de aquí, surgen racionalmente las creencias (ideas, opiniones). La ciencia es el mejor ejemplo de este proceso. Pero no hay razón por la que no podamos aplicar el mismo método a otros ámbitos de conocimiento, como la ética.

Por tanto, no hay que hacer ningún "acto de fe" para conocer la veracidad. Sólo hay que contrastar los datos y acudir a fuentes paralelas - previas y posteriores - para ver si coinciden los resultados. 

La ética se basa en la verdad y es una obligación moral procurar que nuestros conocimientos y creencias se fundamenten y orienten hacia la verdad. Esto implica también que debemos atenernos a la verdad sin importar si coincide con nuestras creencias, deseos o preferencias.

6 de enero de 2014

"!No hagan sufrir a los cerdos!"




Hace ya algún tiempo me encontré con este vídeo en el que unos niños le pedían a la empresa McDonald´s que por favor dejara de comprar carne de cerdo a las granjas que los encerraban en determinadas jaulas y solicitaban que los trataran con "menos crueldad":


Vale la pena leer la petición, porque en unos pocos párrafos sintetizan todos los tópicos habituales que se esgrimen al respecto: "apenas comemos carne de estos sitios"; "el sufrimiento les provoca estrés y eso hace que su carne sea menos saludable",.. Ni siquiera piden que haya una ley general que prohíba ese tipo de jaulas, sino que se lo piden específicamente solo a McDonald´s, como si el resto de empresas que comercian con animales no existieran. Es una iniciativa calcada a la que promueve la organización bienestarista PeTA y su homóloga en el mundo hispanohablante: Anima Naturalis.

Ahora, reflexionemos un momento sobre esto: si sucediera que unos hombres tuvieran privados de libertad a otros semejantes para obtener algún beneficio —para utilizarlos con fines sexuales o para obligarlos trabajar— seguro que no juzgaríamos que el problema de esa situación es el sufrimiento. El problema real es la injusticia de utilizar a otros individuos sin su consentimiento, en contra de su voluntad, a costa de vulnerar sus intereses básicos. Esto siempre que asumamos que a los seres humanos hay que respetarlos como personas con derechos inalienables, claro, porque un utilitarista no aceptaría esta planteamiento y pensaría de otra forma muy distinta.

Es probable que la petición haya sido supervisada por adultos, pero me parece muy significativo que sean precisamente unos niños, que todavía no tienen el suficiente discernimiento y experiencia sobre ética básica, y cuestiones morales, quienes cometen el error de fijarse sólo en el sufrimiento, sin cuestionar la propia injusticia de la esclavitud.

Como acertadamente señalara el profesor Tom Regan, lo relevante para determinar si algo está moralmente mal no es si se les hace sufrir mucho o poco a la víctimas. Cualquier sufrimiento causado por una injusticia es igualmente rechazable; pero no por el sufrimiento en sí mismo, sino porque es causado de forma injusta. Por esto, lo relevante para determinar el error moral está en quebrantar en nuestras acciones el reconocimiento del valor inherente y el principio de igualdad. Esto sucede cuando tratamos a seres conscientes como si fueran objetos y simples medios para nuestros fines; cuando ignoramos o supeditamos sus intereses para que sirvan a los nuestros. Por esto juzgamos que es injusta la explotación de animales. Es injusto utilizar a los otros animales independientemente de si les causamos mucho, poco o ningún sufrimiento al hacerlo.

Según ha argumentado en numerosas ocasiones el abogado y activista Gary Francione, la reforma de 'Bienestar Animal' tiene como objetivo real tranquilizar la conciencia de la gente para que se sienta cómoda consumiendo animales: que tengan menos cargo de conciencia al hacerlo y que no se cuestionen lo que están haciendo.

El bienestarismo no plantea ninguna objeción a la dominación humana sobre los demás animales. La perspectiva bienestarista se focaliza en el sufrimiento, sin oponerse al uso de animales. Al bienestarismo, como su propio nombre indica, sólo le importa el bienestar pero no le importan los derechos morales, la igualdad, ni el respeto por el individuo.

Mientras no abandonemos el paradigma bienestarista no podremos comprender, ni hacer entender, que los otros animales son personas no humanas que merecen el mismo respeto básico que nosotros. Bajo el bienestarismo, los animales nunca podrán tener derechos reconocidos y seguirán siendo esclavizados como recursos para los humanos —injustamente discriminados por el mero hecho de no pertenecer a la especie humana.


2 de enero de 2014

Una reflexión para comenzar el año



Resulta mucho más gratificante trabajar para conseguir un objetivo a corto plazo que trabajar por un objetivo a muy largo plazo que es posible que nunca veremos realizado. Tal vez por eso tantos activistas prefieren apoyar campañas que ofrecen conseguir supuestos logros ahora mismo —que les hagan sentirse satisfechos consigo mismos— que involucrarse en una tarea de muy largo recorrido en la que el avance no se aprecia a simple vista y cuyo éxito quizás nunca lleguen a ver en su vida personal.
 
No podemos cambiar la sociedad si nosotros mismos repetimos los mismos errores que provocan la violencia contra los demás animales. Si marginamos el veganismo, y somos tolerantes con el especismo y con el bienestarismo, no conseguiremos erradicar el problema de la opresión que padecen los animales nohumanos. 
 
Por eso, posicionémonos claramente a favor de un activismo que promueva el veganismo; conectado con la ética de Derechos Animales; que rechace tajantemente el especismo y pida la abolición de todo uso de animales no humanos. Un activismo educacional compuesto por activistas y organizaciones de base que difundan el veganismo a toda la sociedad.
 
El cambio empieza en nosotros mismos, en cada uno de nosotros, y ese cambio exige que abandonemos los errores y prejuicios que heredamos del pasado.