29 de octubre de 2013

«!Salvemos a los delfines! !Matemos a los atunes!»


Envases de cadáveres de atunes con el sello "Dolphin Safe" que asegura que los delfines no han sido intencionalmente dañados. Los pescadores sólo han querido matar a los atunes. De este modo, los consumidores están satisfechos, la industria de explotación animal beneficiada en su imagen, y el prejuicio del especismo aún mas reforzado si cabe.

¿Y preguntan cuál es el problema con hacer campañas que discriminan entre especies y que, por tanto, no defienden los intereses de todos los animales?

En ensayos anteriores he tratado acerca del especismo en el ámbito animalista, exponiendo algunas de las razones por las cuales las campañas animalistas que discriminan entre especies son moralmente inaceptables y contraproducentes en la práctica. No es necesario estar dotado de una especial perspicacia para darse cuenta de que, en un contexto social especista como es el nuestro, el hecho de promover discriminaciones entre especies significa ignorar injustamente a una parte considerable de las víctimas de la opresión especista. Hacer una campaña a favor de los delfines tendría sentido si solamente los delfines fueran discriminados y explotados. Pero no es así.

Organizaciones que sin reparo alguno se dicen "defensores de todos los animales", como es el caso notorio AnimaNaturalis, promueven activamente este tipo de campañas. Un ejemplo representativo es la campaña como SOS Delfines, cuyos resultados ya estamos viendo. ¿Qué motivo justifica preocuparse solamente por los delfines cuando el resto de no humanos son igualmente víctimas de la esclavitud que ejercemos sobre todos los animales? Ya se trate de una preferencia meramente personal, o de un prejuicio antropocentrista ["los delfines son cercanos a los humanos en inteligencia"] no hay razón moral que pueda justificar esas campañas.

El especismo no es menos injusto aunque sea defendido por animalistas. Cada vez hay más personas concienciadas sobre el especismo, y también hay quienes comienzan a comprender que el especismo no debería ser tolerable tampoco cuando se trata de defender los derechos de los individuos no humanos. ¿Qué sentido tiene denunciar la injusticia que es discriminar a los no humanos de nuestra consideración moral al mismo tiempo que participamos y apoyamos campañas que discriminan injustamente entre las propias víctimas de la discriminación especista?

Pienso que deberíamos reflexionar profundamente sobre todo esto. Reflexionemos sobre la moralidad y las consecuencias de las campañas especistas promovidas por activistas que dicen que explotar a unos animales no está bien pero que no hay problema en explotar a otros. Esto es lo mismo que promover que violar a mujeres blancas no está bien pero que no hay problema en violar a mujeres negras.

Si estamos de acuerdo en que todos los animales sintientes poseen igual valor moral entonces estas campañas no merecen nuestra ignorancia ni nuestra tolerancia sino sólo nuestro rechazo. Ya sea una campaña exclusiva a favor de los delfines, o a favor de los perros, o a favor de los primates. La especie es irrelevante a nivel moral. Todos los seres seres sintientes, por el hecho mismo de ser sintientes, poseen un igual valor intrínseco, y, por tanto, merecen la misma consideración y respeto básico.

Las campañas especistas, sean del tipo que sean, contradicen la ética básica y sirven para reforzar aún más el prejuicio del especismo y para perjudicar a las víctimas de la explotación animal.

27 de octubre de 2013

¿Debemos adoptar un enfoque ambientalista?


Este ensayo pretende argumentar que un enfoque ambientalista sobre el problema de la explotación animal no es compatible con una perspectiva vegana. Dispongo de varias razones que apoyan esta postura.

Primero; el enfoque ambientalista se centra en las actividades más contaminantes y perjudiciales para el medio ambiente. Una de estas actividades es la ganadería. Ahora bien, la explotación animal no se reduce a la ganadería y hay muchos usos de animales a los que no se puede objetar un impacto ambiental significativo. ¿Qué perjuicios ambientales tienen, por ejemplo, la tauromaquia, el pastoreo tradicional o la tracción a sangre o la apicultura? El enfoque ambientalista ni siquiera puede abarcar el uso de animales en general, que es el foco del veganismo.

Segundo; aparte de no abarcar todo uso de animales, el enfoque ambientalista ni siquiera dirige sus críticas a la ganadería en general sino específicamente a la ganadería intensiva. La ganadería extensiva que se practicaba en el siglo XIX no dañaba el medio ambiente. Así, hay grupos ambientalistas que proponen reformar la ganadería para disminuir su impacto ecológico. Los ecologistas, y personas preocupadas por el medio ambiente en general, seguirán consumiendo animales mientras sigan considerando a los animales como recursos para los humanos. Mientran mantengan ese prejuicio, su conducta sólo puede dirigirse hacia promover la reforma de la explotación animal para reducir su impacto ambiental.

Tercero; un enfoque ambientalista no cuestiona el prejuicio del especismo y la dominación humana sobre los animales. Así pues, al no tocar siquiera la raíz del problema moral en nuestra relación con los demás animales, ni cuestionar la causa que provoca la explotación de los animales, el enfoque ambientalista sólo sirve para promover la eficiencia ecológica de la explotación animal y sustituir un tipo de uso de animales por otro tipo de uso de animales. Esto está en el extremo opuesto a lo que pretende el veganismo.

Cuarto; una cosa es informar a la gente sobre los efectos medioambientales de aplicar el veganismo a nivel global —aportando datos que aclaren las dudas y respondan a las objeciones que se presenten al respecto cuando difundimos el veganismo. Pero otra cosa muy distinta es pretender promover el veganismo poniendo el foco en el medio ambiente. Son dos perspectivas diferentes. La prímera es lícita, en tanto que forme parte de un contexto en el que explicamos que es éticamente injusto utilizar a los animales. Pero la segunda no lo es porque no fomenta que la gente se cuestione el especismo ni comprenda que la explotación animal es una injusticia en sí misma, y además tiene efectos contraproducentes, como el de promover la reforma ecológica de la explotación animal.

Quinto; veganismo es oponerse el uso de animales por considerarlo una injusticia. Veganismo no es dejar de consumir productos de animales porque contaminan mucho. El argumento del impacto ambiental está centrado en la ganadería industrial y no sirve para rechazar la mayoría de usos de animales y además ignora el valor moral de los animales. Es como proponer que rechacemos los campos de exterminio porque contaminaban mucho, como si los humanos estuvieran en la misma categoría moral que la madera o el carbón, en lugar de explicar que no deberíamos asesinar a seres humanos, independientemente de la contaminación.

Por estas razones podemos juzgar que el enfoque ambientalista es moralmente erróneo, no respeta ni beneficia los intereses de los animales y, por tanto, no deberíamos apoyarlo. Si reconocemos a los animales como seres que poseen un valor moral inherente y como sujetos de derechos entonces el problema medioambiental debe ser afrontado desde una perspectiva ética basada en el principio del veganismo y la filosofía de los Derechos Animales, en la línea de lo que ya propusiera el profesor Tom Regan hace décadas.

25 de octubre de 2013

No es casualidad




Feminista: Toda mujer tiene derecho a no ser violada ni coaccionada sexualmente por motivo alguno.


Feminista: Toda mujer tiene derecho a decidir sobre su propia vida y a no ser utilizada sin su consentimiento voluntario y explícito para beneficio de otros.


Feminista: Toda mujer tiene derecho a ser respetada y que sus intereses sean tenidos en cuenta en igualdad de condiciones sin que sean supeditados o ignorados por los intereses de los varones. 


Cualquier coincidencia o similitud no es casualidad.




La dinámica de opresión suele suceder del mismo modo: quienes tienen poder explotan a quienes no lo tienen. Ocurre con humanos que explotan a otros humanos y sucede con humanos que explotan a los animales de otras especies.

23 de octubre de 2013

Ciencia, cientifismo y filosofía


«Lo que nunca podrá hacer la ciencia en general es reemplazar las cuestiones normativas con las científicas.» ~ T. Buller

¿Qué es eso del cientifismo

El profesor Carlos Javier Alonso, en su artículo «Panorama histórico del cientificismo», lo define así: 

«El cientificismo constituye la  teoría en virtud de la cual los únicos conocimientos válidos son  los que se adquieren mediante las ciencias experimentales, y la investigación científica basta para satisfacer las necesidades de la inteligencia humana. El cientificismo conforma entonces una absolutización de la ciencia, al tiempo que una injustificada restricción del saber humano que lo reduce exclusivamente al conocimiento científico.»

Esta definición se refiere principalmente al cientificismo en su versión epistemológica.

Ahora bien, ¿todo conocimiento válido es ciencia y sólo el conocimiento científico es el único válido? Mi respuesta sería negativa. Y no me haría falta apelar al arte o a cualquier otra manifestación cultural humanística, como erróneamente se suele hacer, para esclarecer el asunto. Pongamos como ejemplo a la lógica: la lógica no es ciencia sino que, al contrario, la ciencia necesita basarse en la lógica. 


Del mismo modo, las matemáticas tampoco son ciencia, pero la investigación científica necesita de las matemáticas. Ni la lógica ni las matemáticas son ciencias, no utilizan el método científico ni se refieren a hechos empíricos, sino que tienen su propio ámbito y método de investigación. 

Ciencias, en sentido estricto, son la física, la química, la geología o la biología. Es decir, todo aquel conocimiento que haga referencia a entidades empíricamente comprobables y que se puedan cuantificar, calcular y medir.

Por otro lado, la filosofía existe de forma autónoma y previa a la ciencia. De hecho, la ciencia necesita fundamentarse en bases filosóficas. Así lo argumenta Mario Bunge, al exponer que la ciencia se basa presupuestos teóricos como el materialismo que no pueden ser explicados ni demostrados por el método científico.

Según explica el famoso filósofo de la ciencia, Thomas Kuhn, han habido distintos versiones de la ciencia a lo largo de la historia, y el paradigma que ha sostenido cada versión de la ciencia estaba basado en teorías filosóficas [atomismo, escolástica, racionalismo, empirismo]. Se podría decir razonablemente que la ciencia es realmente una rama o derivación de la filosofía, que se dedica al estudio de lo que denominamos naturaleza o mundo natural. O como afirma el pensador Daniel Dennet:

«En primer lugar hay que aclarar que no existe la ciencia libre de filosofía. Hay ciencia en la que no te tomas la molestia de examinar tus presupuestos filosóficos, y ciencia en la que sí lo haces, pero siempre hay presupuestos filosóficos.» [La peligrosa idea de Darwin; Daniel Dennet, 1995]

La ciencia existe fundamentada en prepuestos filosóficos como el naturalismo, el realismo y el materialismo. El error precisamente está en creer que la ciencia existe en un vacío o de manera independiente, cuando en realidad es consecuencia de una determinada forma de ver el mundo. Aunque el hecho de que haya diversas teorías filosóficas o visiones del mundo no significa que todas sean igualmente correctas desde el punto de vista de la lógica y los hechos empíricos.

El marco y la actuación que configura la actividad científica está condicionados por el sistema de valores, tal y como lo explica Yuval Noah Harari:

«La ciencia no puede existir por sí misma. Siempre necesita de la alianza de una ideología o de una religión. La ciencia no puede responder a cuestiones de valor: ¿qué es bueno o malo? ¿Qué es más importante? La ciencia solo puede decir cómo funciona algún aspecto de la realidad, pero no existe una forma científica de decidir qué es más importante cuando se produce un conflicto entre valores. Como siempre hay que tomar decisiones, la ciencia requiere de una ideología. Imaginémonos que disponemos de una cantidad limitada de dinero para investigar. Esta situación obliga a tomar una decisión sobre cómo invertiré el dinero, si quiero estudiar el cáncer, hacer investigación en arqueología o bien llegar a Marte. ¿Qué es más importante? Puedo invertir el dinero en un estudio para incrementar la producción de leche con ingeniería genética; o bien en otro estudio que se centre en el sufrimiento de las vacas cuando las separan de los terneros, con la finalidad de reducir este sufrimiento. La ciencia no puede elegir qué estudio es mejor, pero la ideología, sí. Desde el capitalismo se afirmará que hay que incrementar la producción de leche. Para los defensores de los Derechos Animales, en cambio, la elección será diferente. La agenda de la ciencia la dicta la ideología o la religión.» [Mètode 2015 - 84. ¿Qué es la ciencia? - Invierno 2014/15]

La postura cientifista defiende que la ciencia reduce y, finalmente, elimina el ámbito de actuación que pertenece a la filosofía. Pero no hay ninguna razón que justifique semejante idea. Lo que la ciencia propiamente estudia nunca ha sido objeto de estudio de lo que entendemos por filosofía. A no ser que nos refiramos, claro, a la «filosofía natural» que fue una rama de la propia filosofía antes de convertirse en lo que hoy entendemos por ciencia. Pero la ciencia no estudia los conceptos, ni los valores, ni las categorías.

Si uno se fija detenidamente podrá apreciar que el cientifismo necesita hacer una argumentación filosófica —no científica— para poder auto-justificarse. Necesita exponer argumentos filosóficos para intentar convencer de que sólo la ciencia, y nada más que la ciencia, es conocimiento realmente válido. Pero, claro, la explicación que aporta para ello no es científica, sino puramente filosófica. Luego el cientificismo se refuta a sí mismo, al utilizar una forma de conocimiento —la lógica— que no pertenece al método científico, ni se deduce del método científico, para explicarse a sí mismo. 

En su obra Breve Historia de la Filosofía, el académico Justus Hartnack, comentando el pensamiento de Hegel, expone de este modo la singularidad de la filosofía: 

«Lo que la filosofía es, y hace, se puede expresar en diferentes modos; pero un modo de hacerlo es decir que la filosofía trata de categorías. Y la naturaleza lógica y la existencia de las categorías, evidentemente no puede ser afirmada ni negada por la experiencia, pues la experiencia presupone las categorías, y de esto se sigue que las categorías en sí no pueden ser objeto de la experiencia. Sin embargo, la filosofía es aplicable a la experiencia por el hecho de que nada puede ser experimentando, concebido, pensado, entendido, ni descrito, sin la ayuda de las categorías. [...] La filosofía no trata del contenido de la realidad, sino de la estructura lógica de la realidad. Y la estructura lógica de la realidad se define en términos de los conceptos, categorías que condicionan todo pensamiento y comprensión de la realidad.»

De hecho, es razonable suponer que la ciencia más bien ha aumentado el ámbito de actuación de la filosofía, ya que el progreso científico y tecnológico ha motivado que surjan cuestiones y problemas que anteriormente no existían. No hay más que echar un vistazo a la física cuántica o la neurociencia, que son disciplinas científicas cargadas profusamente de especulación filosófica. Por no hablar de la bioética, surgida hace pocas décadas, que focaliza la reflexión moral en cuestiones como el aborto, la eutanasia, la clonación, y otros temas directamente relacionados con la medicina y la salud, a los que la ciencia no puede aportar ninguna respuesta sobre su moralidad. 

La ciencia puede explicar, entre otras muchas cosas, cómo se produce el proceso de clonación, y cómo llevarlo a cabo, pero debido a su propia idiosincrasia simplemente no puede decirnos si debemos o no debemos hacerlo, si está bien o mal en sí misma.

En su Diccionario Filosófico, André Comte-Sponville apuntaba esta reflexión acerca del cientificismo:

«El matemático Henri Poincaré dijo lo que había que decir contra esa peligrosa necedad: «Una ciencia siempre habla en indicativo, nunca en imperativo». En el mejor de los casos, [la ciencia] dice lo que es; la mayoría de las veces, lo que parece o puede ser; y en ocasiones, lo que será. Pero nunca lo que debe ser. Por eso no puede reemplazar a la moral, ni a la política.»

Es decir, el cientificismo en versión moral significa considerar que todo aquello que sea ciencia es aceptable sin tener en cuenta consideraciones éticas o, también, que una teoría científica puede funcionar como una teoría normativa moral.

La ciencia nada puede decirnos acerca de cuestiones morales

La ciencia no puede explicar si está bien o está mal el hecho de utilizar a individuos que no hayan dado su consentimiento para experimentar con ellos y provocarles daño, sufrimiento y muerte. La ciencia no puede proporcionar ningún criterio ni juicio normativo acerca de la moralidad de esos hechos. Es la ética —una parte de la filosofía— la que nos permite hacer evaluaciones morales a partir de principios, valores y criterios que distinguen entre lo correcto y lo incorrecto, entre el bien y el mal.

Del mismo que criticar el racismo no significa atacar a las razas —ya fuera el concepto o a quienes las componen—, o criticar el antropocentrismo no implica atacar a la humanidad, el hecho de criticar y refutar el cientificismo no tiene relación alguna con atacar a la ciencia, sino solamente con hacer ver que detrás de lo que el cientificista llama ciencia se esconde en realidad una particular visión del mundo que se pretende imponer como única y absoluta utilizando como excusa para ello a a la ciencia y distorsionando su significado.

Hablar de la evolución como si fuera una entidad, una persona, que tiene propósitos, planes e intenciones conscientes, demuestra hasta qué punto la mentalidad religiosa no nos ha abandonado, incluso dentro de un contexto racional-científico, sino que simplemente se sustituye a una pretendida divinidad por otra a la que dicen que debemos rendir pleitesía y obedecer sus deseos.

El filósofo Tzvetan Todorov denuncia que el cientifismo pretende utilizar las conclusiones de la ciencia como si fueran normas morales:

«Los valores resultan de la naturaleza de las cosas, son un efecto de las leyes naturales e históricas que gobiernan el mundo y, por lo tanto, corresponde de nuevo a la ciencia dárnoslos a conocer. El cientificismo consiste, efectivamente en fundar, sobre lo que creemos son los resultados de la ciencia, una ética y una política (…) la ciencia, o lo que se percibe como tal, deja de ser un simple conocimiento del mundo existente para convertirse en generadora de valores, al modo de una religión; puede por tanto orientar la acción política y moral. Conocer la verdad para que el orden de la sociedad se adapte a ella…» [Tzvetan Todorov, El jardín imperfecto. Luces y sombras del pensamiento humanista, 1999]

El argumento cientifista en el fondo no es más que otra enésima versión de la falacia naturalista. Se pretende justificar determinada ideología o status quo apelando a determinados hechos que podemos encontrar en la naturaleza.

El cientificismo, al igual que muchas doctrinas políticas totalitarias, consiste en eliminar cualquier tipo de reflexión filosófica acerca de los presupuestos que fundamentan la ciencia, convirtiéndose ésta en una especie de escolástica dogmática que ya no puede ser cuestionada y que impone sus criterios arbitrariamente. De nuevo, en palabras de Todorov:

«Hay que insistir en ello: el cientificismo no es la ciencia, es más bien una concepción del mundo que creció, como una excrecencia, en el cuerpo de la ciencia. Por esta razón, los regímenes totalitarios pueden adoptar el cientificismo sin favorecer, necesariamente, el desarrollo de la investigación científica. Y con razón: ésta exige someterse sólo a la búsqueda de la verdad, no al dogma.» [Tzvetan Todorov; Memorial del mal, tentación del bien, 2002]
Los reaccionarios siempre han tratado de usar la ciencia para intentar justificar la violencia y el odio contra otros. A esta postura se la ha denominado tradicionalmente darwinismo social. Pero no es ciencia, sino mera ideología. En el fondo es simplemente fascismo: la creencia de que los poderosos tienen derecho a pisotear a los débiles.

20 de octubre de 2013

Carta desde un mundo vegano



Queridos amigos y compañeros activistas,
En un momento en que la mayoría de organizaciones de derechos animales están activamente promoviendo, recompensando y defendiendo los productos animales y métodos de ganadería "humanitarios", os escribo por tres de los receptores de esa compasión.
Para la industria, ellos son conocidos como las unidades de producción número 6, número 35 y número 67.595. Para el consumidor "compasivo", ellos son conocidos como etiquetas que te hacen sentir bien: "leche orgánica", "ternera rosada", "huevos camperos". Para los defensores del bienestar animal, ellos son conocidos como "alternativas humanitarias". Entre ellos, se conocen como madre, hijo, hermana y amigo. Para ellos mismos, ellos son simplemente lo que tú y yo somos para nosotros mismos: un mundo auto-consciente, auto-contenido, de experiencias subjetivas, sentimientos, miedos, recuerdos -alguien con la certeza absoluta de que su vida merece ser vivida.
#6 es una madre primeriza. Está frenética. Su bebé está ausente. Camina desesperadamente arriba y abajo del corral, mugiendo y llorando, y llamando a su chico perdido, temiendo lo peor, confirmando sus miedos. Ella es una de las miles de hembras indefensas nacidas en un granja orgánica verde típica de lácteos. Ella pasará toda su corta vida lamentando la pérdida de bebé tras bebé. Será ordeñada incansablemente a través de repetidos ciclos de embarazos y desamparo. Su única experiencia de maternidad será la de la peor pérdida para una madre. En el punto álgido de su vida, su cuerpo cederá, su espíritu se romperá, su "producción" de leche declinará, y será enviada a una horrible matanza, junto con otras madres apenadas, derrotadas, y "gastadas" como ella misma. 


#35 es un bebé de dos días, su cordón umbilical está todavía unido, su pelaje está todavía viscoso con los fluidos del parto, sus ojos están desenfocados, sus piernas, tambaleantes. Está llorando lleno de pena por su madre. Nadie responde. Él vivirá toda su corta vida como huérfano, su única experiencia de amor materno será aquel que ansía, su única experiencia de conexión emocional, una de ausencia. Pronto, el recuerdo de su madre, su cara, su voz, su olor, se perderá, pero el anhelo irreprimible y doloroso por su calor todavía seguirá ahí. 
A los cuatro meses de edad, él y otros huérfanos como él serán encerrados en camiones y transportados a la matanza. Según será arrastrado a la planta de matanza, todavía estará buscando a su madre, necesitando todavía desesperadamente su presencia protectora, especialmente en el oscuro momento en que estará aterrado y necesitándola más que nunca en medio de las terribles visiones, y sonidos, y olores de la muerte alrededor suyo y, en su desperación, en su deseo por una pizca de consolación y protección, él, como muchos terneros bebés, tratará de chupar los dedos de sus matarifes


#67.595 es una de las 80.000 aves en un centro de huevos "camperos" dirigido por una familia. Nunca ha visto el sol ni sentido la hierba bajo sus pies, nunca ha conocido a su madre. Sus ojos le queman por la picazón de los vapores de amoniaco, su cuerpo sin plumas está cubierto con heridas y abrasiones, sus huesos son quebradizos por el constante drenaje de la producción de huevos, su pico cortado está palpitando por el dolor. Está exhausta, agotada y vencida. Tras toda una vida de privación social, psicológica, emocional y física, ella le hace frente picoteando neuróticamente a objetivos inexistentes durante horas. 
Tiene dos años y su vida se ha acabado. Su producción de huevos ha descendido, y será eliminada por los medios más baratos posibles  -será gaseada junto con las otras 80.000 aves de su comunidad -. Esto requerirá tres días completos de trabajo para finalizar la tarea. Durante dos largos días, oirá los sonidos y respirará los olores de sus hermanas siendo matadas en cámaras de gas fuera de su nave. El tercer día será su turno. 
Ella será agarrada por las piernas y llevada fuera por primera vez en su vida y, como cada una de las 80.000 gallinas "gastadas", como cada una de las 50 mil millones de víctimas anuales de nuestro apetito, ella luchará por seguir viviendo, y no aceptará ninguna explicación ni justificación por ser robada de su patética y única vida. 



Estos son los "beneficiados" de las "prácticas humanitarias de ganadería" que nosotros, los defensores de los animales, estamos desarrollando, promoviendo y recompensando públicamente al animar a los consumidores "compasivos" a comprar los productos de los que sabemos que no son más que miseria. Prácticas "humanitarias" que, si cualquiera de nosotros fuese forzado a padecer, ninguno experimentaría como "humanitario".
¿Por qué somos tan pocos contando la verdad? ¿Por qué estamos describiendo los productos "extensivos" como "humanitarios" cuando sabemos el horror que tales prácticas infligen en sus víctimas? ¿Por qué estamos mintiendo a la sociedad, y a nosotros mismos, sabiendo que la ganadería "compasiva" no es más que un mito, un esquema de márketing, una etiqueta engañosa? ¿Por qué tantos de nosotros ofrecemos las vidas de los animales animando al consumo de su carne, huevos y leche, cuando nuestro único deber es luchar por sus vidas como si fuesen las nuestras? ¿Por qué estamos promoviendo la práctica de consumir animales cuando sabemos que es brutal, inexcusable, inconsciente y completamente innecesaria? ¿Por qué estamos recompensando a los consumidores por demandar más de lo mismo por lo que estamos luchando por eliminar? ¿Por qué estamos reforzando y recompensando las suposiciones especistas arraigadas de este mundo, cuando nuestro trabajo, nuestro único trabajo, como educadores veganos y activistas, es cuestionar y cambiar esas suposiciones ofreciendo un nuevo modelo de pensamiento sobre los animales no-humanos, un nuevo modelo de interactuar con ellos, una nueva práctica de vivir, un nuevo modo de ser en el mundo?
Muchos de nosotros justificamos nuestro apoyo a los productos animales "humanitarios" y nuestra búsqueda de reformas bienestaristas diciendo que el mundo no está listo para el cambio, que puede que nunca se haga vegano, que lo más que podemos esperar alcanzar en este tiempo intermedio es reducir el sufrimiento de los animales que hoy son condenados. Pero esto no es verdad. Esto no es un hecho. Es un miedo - un miedo a la acción, un fallo de voluntad, una actitud derrotista y, finalmente, una profecía que se auto-satisface.
La verdad es, que el mundo puede cambiar. De hecho, el mundo ha cambiado muchas veces en el pasado, y ha cambiado de modos que parecían imposibles en aquellos momentos. La verdad es, que el mundo cambiará, pero sólo si trabajamos por crear ese cambio. Permanecerá siendo el mismo si nosotros, los auto-proclamados agentes del cambio, animamos a que siga igual. 
Cambiará si todos nosotros decimos la completa verdad de que no hay tal cosa como ganadería compasiva, o utilización de animales nohumanos de cualquier tipo, la verdad es que la única alternativa humanitaria es vivir de forma vegana; la verdad es que la explotación de animales nohumanos en cualquier escala es un desastre ético; la verdad es que los demás animales son personas como tú y yo que resulta que no son humanos y que tienen el mismo derecho inherente a la vida y libertad que tú y que yo. La verdad es que vivir vegano no es un "estilo de vida", sino un imperativo moral.
Podemos hacerlo mejor. De hecho, tenemos una obligación de hacerlo mejor.
Os invito a que veáis por vosotros mismos cuánto se puede conseguir cuando un pequeño grupo de activistas dedicados ofrecen todo su tiempo y recursos a la educación vegana que es consistente, y no socava, nuestra meta última - la Liberación Animal - y cuando el mensaje Hazte Vegano es central en cada una de nuestras comunicaciones, desde recursos en internet, al material impreso, anuncios, protestas, vallas publicitarias, eventos de concienciación, hasta en la exploración en profundidad de la personalidad de los animales nohumanos detalladas en los retratos individuales publicados en el blog de Peaceful Prairie.
Con un presupuesto reducido, con un núcleo de educadores veganos formado totalmente por voluntarios que están determinados a contar toda la verdad sobre la carne, los lácteos y la producción de huevos; una pequeña organización de base como Peaceful Prairie ha construido algo que las grandes y adineradas organizaciones no sólo han fallado en sacar adelante, sino que han minado consistentemente a lo largo de años de activismo anti-vegano: un vibrante mundo vegano creciendo en medio de un mundo no-vegano, un lugar donde los animales nohumanos son considerados y representados como las personas que justamente son. Un lugar donde los humanos defienden incansablemente nada menos que la total liberación, un estado libre en el corazón de un mundo subyugado por los humanos, un lugar donde los principios de la abolición son aplicados en palabra, pensamiento y hecho. Un enclave vegano cuya misma presencia ya ha cambiado la geografía física, política, psicológica y espiritual del mundo.
Os invito a que lo experimentéis por vosotros mismos. Uníos a nosotros en nuestra lucha por extender su alcance. Ayudadnos a hacer que no tenga fronteras.
Joanna Lucas,

Peaceful Prairie

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17 de octubre de 2013

Animalistas fomentando la explotación de animales (I)





Aquí dejo una breve recopilación de cómo las organizaciones animalistas, en su gran mayoría, se dedican a fomentar el especismo y a promover que la sociedad siga esclavizando a los animales nohumanos.





Las gallinas (y otros animales) no nos dan sus huevos. Otras personas se los roban. Ellas no han dado su consentimiento para que se los quiten. Por tanto, lo justo no es consumir huevos de marca "0" (cero), o de cualquier otra denominación. Lo justo es consumir cero huevos.

Quitarle, a alguien, algo que es suyo es explotarlo. Explotar a alguien significa tratarlo como si fuera un simple medio para conseguir un fin, ignorando sus intereses y su voluntad. El robo se encuadra dentro de la explotación. El consentimiento tiene que ser explícito. Si no es explícito entonces no hay consentimiento, por definición. No podemos saber lo que haría en el caso de qe pudiera dar su consentimiento. Así que es meramente especular. Al igual que el resto de animales no humanos, las gallinas no pueden darnos su consentimiento, lo cual equivale a una negativa. Por tanto, no es justo utilizarlas en modo alguno. 

Por causa del consumo de huevos, miles de millones de gallinas —y otros animales— en todo el mundo son privadas de libertad y enviadas al matadero cada día. 

Todo lo referente a la cuestión del consumo de huevos lo sinteticé en dos artículos que enlazo a continuación:

- El numerito de los huevos


Consumir productos que provienen de la explotación animal no es respetar a los demás animales. Es justo lo contrario de respetarlos: es explotarlos.

El problema de fondo es seguir viendo a los demás animales como recursos que existen para beneficiarnos a nosotros. Ése es el problema principal. Todo lo demás son consecuencias de ese prejuicio.




Anima Naturalis en general se dedica a fomentar el especismo y la explotación de animales nohumanos. Aquí mismo se puede ver una campaña que asesora sobre la forma "correcta" de explotar los animales que son esclavizados.

Si solamente se denuncia las "jaulas de gestación" entonces eso quiere decir que explotar a los nohumanos está bien si se hace sin esas jaulas. Es la consecuencia lógica que se deriva de esta campaña. Esto es lo que está promoviendo Anima Naturalis con esta campaña: que sigan explotando a los animales pero sin esas jaulas determinadas.

Se suele alega que la intención de esta campaña es "reducir el sufrimiento" de los animales esclavizados, pero en verdad no existe ninguna prueba objetiva que demuestre que esa medida reduzca el sufrimiento de los animales. Además, intentar reducir el sufrimiento no justifica apoyar una campaña especista y que fomenta la explotación animal. Del mismo modo que intentar reducir el sufrimiento de las víctimas de la violación sexual no justifica que se hagan campañas a favor de una violación con "menos sufrimiento".

Con esta campaña no se consigue "reducir el sufrimiento" sino que en realidad se ayuda a perpetuarlo. En lugar de promover el veganismo, se promueve la explotación animal, con lo cual se desaprovecha una oportunidad para ayudar a la gente a que se haga vegana y se refuerza el prejuicio de que no hay nada de malo en utilizar a los demás animales para nuestros fines.


Lo cual sería como decir "Asesinato sí, pero legal". Éste es el animalismo del PACMA, y, en general, de todas las organizaciones especistas y bienestaristas que se dicen "defensoras de los animales"

Imaginemos que un defensor de los Derechos Humanos pidiera a los practicantes de la ablación (mutilación genital femenina) que deben ajustar su ritual de mutilación a las leyes actualmente vigentes. ¿Eso es promover los Derechos Humanos?

Si estamos en contra del asesinato de nohumanos entonces da igual si esa ley esclavista se cumple o no. Eso sólo le podría importar a alguien que está a favor de dicha ley. Los que estamos en contra de la explotación animal nos resulta indiferente, puesto que la ley es injusta en sí misma y no debería siquiera existir.

La cuestión es que no tenemos derecho a utilizar a los demás animales para nuestros fines. La cuestión es que hemos esclavizados a los nohumanos. Por tanto, lo justo es abolir dicha esclavitud. El sufrimiento no es la cuestión. La cuestión es la esclavitud y cualquier forma de utilización de animales nohumanos.

No debemos aceptar esa impostura que dice que todos "defendemos lo mismo" o que todos "estamos en el mismo barco." Estar en contra del sufrimiento no es lo mismo que estar en contra de la esclavitud. Lo primero es bienestarismo y lo segundo es veganismo. Son dos posturas distintas y no se pueden compatibilizar.


Por desgracia, los bienestaristas que no comen animales se autodenominan veganos con lo crean más confusión de la que ya hay.

Nadie que promueva la explotación de animales es vegano. En el caso de que nos importe míninamente la coherencia entre las ideas y las acciones. No importa qué consuma o haga en su vida personal. Animar a la gente a que asesine animales nohumanos de acuerdo con la legislación vigente es promover y apoyar la explotación especista.

Si estamos a favor del veganismo y los Derechos Animales, lo coherentes es que pidamos públicamente que la gente deje de comer animales no humanos y de utilizarlos para cualquier propósito. Lo que no es coherente es que les animamos a que utilicen animales nohumanos de acuerdo con la actual legislación vigente que regula la esclavitud de los no-humanos.

El problema de fondo y lo que sucede en realidad es que los bienestaristas están en contra del sufrimiento pero no están en contra de la esclavitud ni la explotación en sí misma. Si están en contra de la esclavitud —o de ciertas formas de esclavitud— es porque consideran que provoca sufrimiento, pero si provocara placer entonces se pronunciarían a favor de la esclavitud. Y por lo tanto apoyan cualquier cosa, lo que fuera, que supuestamente ayude a reducir o eliminar el sufrimiento. Porque ése es su objetivo; y no el de respetar y proteger los derechos de los animales. Éste es el centro de la cuestión, y no otro.

12 de octubre de 2013

Especismo: el folleto original



En esta entrada publico la traducción de un artículo del doctor Richard D. Ryder en el que rememora el manifiesto original que él mismo publicara en el año 1970, en el cual, por primera vez en la historia, aparecía el termino especismo.

El texto tiene quizás más importancia histórica que propiamente filosófica, pero no cabe duda de que podemos hablar de un antes y un después, en el terreno de la ética, a partir de la aportación de Ryder.

Como se podrá apreciar, Ryder no define explícitamente lo que entiende por especismo, sino que más bien lo da por supuesto o asume que sus lectores lo entenderán de forma intuitiva.

¿Cuándo se añadirá el término especismo al diccionario? Supongo que cuando la mayoría de gente conozca la palabra, y su significado, y se extienda su uso de forma habitual. De momento no es así. Por eso es tan importante concienciar sobre el especismo, porque en la sociedad no hay conciencia sobre esta injusticia en nuestra relación con los demás animales. [Posdata: El 20 de diciembre de 2017 fue incluido el término oficialmente en el diccionario de la RAE]

Educar sobre el especismo ayuda en gran medida a tomar conciencia sobre la injusta relación que hemos establecido sobre los demás animales, y éste es el primer paso fundamental y necesario para poder erradicarla.


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Especismo: el folleto original

Richard D. Ryder


2010



Las revoluciones de los años 60 contra el racismo, el sexismo y el clasismo se olvidaron de los animales nohumanos. Esto me preocupaba. Tanto la ética como la política simplemente ignoraban por completo a los no-humanos. Todo el mundo parecía preocupado sólo por reducir los prejuicios contra otros seres humanos. ¿Acaso no habían oído hablar de Darwin? Yo también detestaba el racismo, el sexismo y el clasismo, pero ¿por qué limitarse a eso?

Como científico, yo entendía que miles de otras especies también sufrían dolor, miedo y estrés, al igual que nosotros. Por eso necesitábamos establecer un paralelismo entre la situación de las otras especies y la nuestra propia. Un día, en 1970, mientras reposaba en la bañera, me llegó la idea: ESPECISMO.

Rápidamente escribí un folleto y lo hice circular por Oxford. Al no recibir ninguna réplica, lo reimprimí con la imagen de un pobre chimpancé que había sido infectado experimentalmente con sífilis. Le pedí permiso a mi amigo David Wood para añadir su nombre al folleto y así poder difundirlo por toda la universidad. Entonces sí que recibí algunas respuestas. Una de ellas provenía de un joven estudiante de filosofía llamado Peter Singer, con el que estuve contacto durante varios meses.

Desde entonces han pasado muchas cosas.

El panfleto que escribí en 1970 decía lo siguiente:


ESPECISMO


Desde Darwin, los científicos han estado de acuerdo en que no hay una diferencia esencial entre los humanos y los demás animales, desde un punto de vista biológico. ¿Por qué entonces hacemos una completa distinción moral entre ambos? Si todos los organismos pertenecemos a un continuo físico, entonces también debemos formar parte de un continuo moral.

El término "especie", al igual que el término "raza", no es definible con precisión. Leones y tigres pueden tener descendencia común.

Bajo ciertas condiciones de laboratorio, pronto será posible cruzar a un gorila con un profesor de biología. ¿Su retoño será encerrado en una jaula o recostado en una cuna?

Es habitual describir al hombre de Neandertal como una especie separada de la nuestra, preparada especialmente para sobrevivir durante la era glacial. Sin embargo, muchos antropólogos consideran que aquellos no-humanos practicaban ritos funerarios y poseían un cerebro más grande que el nuestro. Suponiendo que el famoso abominable hombre de las nieves [Yeti] resultara ser un último superviviente de aquella especie, ¿le reconoceríamos derechos humanos o le implantaríamos electrodos en su cerebro?

Utilizo estos ejemplos hipotéticos para llamar la atención sobre lo ilógica que es nuestra actual postura moral respecto de los experimentos con otros animales.

Alrededor de cinco millones de animales nohumanos, muchos de ellos primates como nosotros, son asesinados cada año, solamente en el Reino Unido, y su número sigue creciendo.

Aparte del derecho a la vida, un otro criterio moral es el sufrimiento, el sufrimiento que causa el confinamiento, el miedo, y el tedio, así como el dolor físico.

Si asumimos que el sufrimiento es una función del sistema nervioso entonces es ilógico alegar que los otros animales no sufren de forma similar a nosotros. Precisamente debido a que los otros animales tienen un sistema nervioso muy similar al nuestro es uno de los motivos por los que son estudiados.

Los únicos argumentos en favor de los experimentos sobre animales no humanos son: [1] que el avance del conocimiento justifica cometer cualquier mal; pero ¿realmente esto es así? y [2] que los beneficios que podamos obtener para nuestra especie justifica maltratar a las otras especies —esto sería un argumento de peso en el caso de que los experimentos causaran el mínimo sufrimiento y la probabilidad de éxito fuera muy grande, pero incluso en ese caso habría especismo, y además se trata de un argumento emocional y no racional.

Si creemos que está mal infligir sufrimiento a animales humanos inocentes, entonces lo único que tiene lógica —filogenéticamente hablando— es extender también nuestra consideración a los derechos elementales de los animales no humanos.

No tengas miedo a expresar tus puntos de vista. Ponte en contacto con políticos, profesores, periodistas, acerca de esta importante cuestión moral.


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A continuación expongo una lista bibliográfica de textos escritos o traducidos al español sobre la cuestión del especismo. Algunos son artículos académicos y otros son ensayos personales. Sólo expongo aquellos textos que me parecen más instructivos y relevantes. 

Bibliografía básica sobre especismo

- Juan Carlos Martínez Coll; Antropocentrismo [1984]


- David Olivier; ¿Qué es el especismo? [1991]

- Gary Francione; La superioridad humana [1996]




- Federico Chaverri Suárez; Antropocentrismo y otras reflexiones [2011]


- Carmen Velayos Castelo; La frontera animal-humano [2013]


- Igor Sanz; Las especies no existen [2014]






- Mario Orozco & Rebeca Solano; Malabarismos especistas [2017]