30 de abril de 2012

Una respuesta vegana al ecologismo especista



                                 
A raíz de las continuas propuestas que se hacen para motivar al exterminio de animales con la excusa de que no son autóctonos o de que perjudican el ecosistema, aquí expongo mi respuesta revisada que publiqué como comentario en un blog de ambientología frente a estas iniciativas que pretenden condenar a muerte a individuos inocentes  por errores que hemos cometido nosotros. No me opongo al ecologismo como tal —entendido básicamente como la conservación del medio ambiente— sino que a lo que me opongo es al especismo y la violencia en general incluyendo la explotación de los animales nohumanos.


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Antes de nada debo decir que estoy en contra de que se liberen a visones de manera irresponsable, o a cualquier otro animal bajo nuestro dominio, a su libre albedrío. En este caso porque son animales depredadores y carnívoros que atacarán y matarán a otros animales que no tienen culpa de nada. Ésa no es la forma correcta de actuar. En caso de liberarlos, lo correcto sería responsabilizarse de ellos y cuidarlos, evitando que hagan daño a otros, igual que se hace con otros animales liberados de la esclavitud. Aunque obviamente lo primero que deberíamos cuestionarnos es qué supuesta legitimidad moral tenemos para usar a otros animales como nuestros esclavos: criándolos, encerrándolos y matándolos para nuestro beneficio. Es decir, haciéndoles algo que en ningún caso consideramos legítimos que otros nos hicieran a nosotros.


Por otra parte, me gustaría señalar quienes critican estas liberaciones basándose en argumentos de tipo ecologista incurren en una discriminación terriblemente injusta. Porque valoran las acciones de otros animales con un criterio radicalmente diferente al que aplican a los animales humanos. Llegando a proponer incluso que se "eliminen" sistemáticamente a los visones americanos, con la excusa de que dañan el medio ambiente y a otros animales. Algo que nunca propondrían, ¿o sí?, cuando se trata de seres humanos que dañan gravemente al medio ambiente y a otros animales que viven en él.

Si hablamos de "especie invasora y dañina" para designar a individuos no humanos que no son autóctonos de un territorio pero no hacemos lo mismo para referirnos igualmente a la especie humana entonces incurrimos en una discriminación injusta. Dado que el ser humano ha invadido todo tipo de ecosistemas a lo largo del planeta, dañando así muy gravemente el medio ambiente y a todos los habitantes no humanos que viven en ellos. Sin embargo, quienes denuncian a los animales no humanos que ellos califican como "especies invasoras" no hacen lo mismo cuando se trata de seres humanos. A pesar de que los humanos son actualmente sin ninguna duda los animales más invasores y dañinos del planeta. ¿A qué obedece este trato tan radicalmente diferente?

La especie que más daño causa, tanto al medio ambiente como a los individuos animales que viven en él, es la especie humana.  ¿Cuántos daños causan diariamente la actividad humana en número de millones de víctimas? Es una cifra abrumadora e incontable. Sin embargo, nadie  razonable propone que se extermine sistemáticamente a los individuos humanos. ¿Entonces por qué propone como medida aceptable el asesinar a los animales nohumanos que supuestamente dañan el medio ambiente? La respuesta es el especismo. El prejuicio especista de considerar que los individuos humanos, por el simple hecho de ser humanos, merecen una consideración moral diferente a la de otros animales, como se puede ver en este caso concreto.

Por supuesto, no estoy sugiriendo que exterminemos a los seres humanos. Al contrario. Lo que trata de señalar es que deberíamos respetar a los demás animales de igual modo que deseamos que se nos respete a nosotros mismos. Puesto que discriminarlos, por el simple hecho de no ser humanos, es irracional e injusto. Ellos son individuos con capacidad de sentir y que tienen intereses propios: vivir, evitar el daño, disfrutar de su vida,... No tener en consideración esos intereses es una discriminación injusta, similar al racismo y al sexismo. No importa a qué sexo o raza pertenece un individuo. Lo que importa es que él es alguien, una persona, que tiene intereses propios. Del mismo modo, tampoco importa la especie a la que pertenece alguien para que le consideremos y respetemos.

Por otra lado, si alegamos que los visones de origen americano no tienen derecho a estar en Europa, o donde sea, por el hecho de que provienen originariamente de América, alguien podría alegar el mismo criterio en el contexto humano, alegando, por ejemplo, que los seres humanos que son de origen africano no tienen derecho a estar en Europa. Así es como razonan los defensores del racismo y la xenofobia. Y para justificar su razonamiento dicen que la presencia de humanos que no son autóctonos implica un perjuicio para los que sí son supuestamente autóctonos de ese territorio, porque les quitan espacio, trabajo,... También alegan que la mezcla de razas conlleva la adulteración y pérdida de la pureza de la raza autóctona. Esto recuerda mucho a los argumentos que se suelen usar para proponer la "erradicación" de ciertos individuos no humanos.

Por cierto, me gustaría señalar que conceptos como el de "equilibrio y armonía de la naturaleza" son mitos completamente falsos y anti-científicos. No existe ningún tipo de equilibrio estable ni de armonía en la vida natural. Lo que encontramos en la naturaleza son individuos que tratan, entre otras cosas, de sobrevivir y de reproducirse.  No existe ninguna armonía entre ellos más que la derivada por la lucha por la supervivencia y la adaptación al medio. Por otra parte, la extinción, y surgimiento, de especies es algo que lleva ocurriendo desde hace muchos millones de años y es algo que sucede de manera natural. No hay ningún equilibrio ni armonía. Hablar de "conservación de las especies" como si fuera un ideal al que aspira la naturaleza es sencillamente un error. Esto no es más que un mito.

En la naturaleza no existe ninguna estabilidad ni equilibrio. Esto es un invento forjado en la mente del hombre. Según explica la teoría de la evolución por selección natural, lo que ocurre en la naturaleza es un constante cambio y dinamismo, tanto a nivel individual como global. De todos modos, teniendo en cuenta que los humanos estamos constantemente afectando, a menudo de manera muy perjudicial, al medio ambiente y a los animales que viven en él ¿por qué no proponemos por ese mismo motivo exterminar a los humanos igual que proponemos exterminar a los no-humanos

Si estamos a favor de exterminar a otros animales cuando supuestamente supongan un peligro para el medio ambiente entonces por, coherencia, deberíamos estar de acuerdo en efectuar la misma medida contra seres humanos que suponen un evidente y manifiesto peligro contra el medio ambiente. ¿Por qué habría que aplicar un criterio diferente para los humanos? Aunque yo no estoy de acuerdo con exterminar a nadie. Hay otras soluciones que son compatibles con respetar las vidas de otros individuos que, al igual que nosotros, desean vivir y que no les hagan daño.

Es posible controlar poblaciones de individuos no humanos en la naturaleza, sólo cuando sea lícito hacerlo, sin tener que recurrir a matarlos. Por ejemplo, se les puede acoger y cuidar mientras vivan —igual que en el contexto humano existen los campos de acogida de refugiados. También existe la posibilidad de esterilizarlos y luego devolverlos a su hábitat —esto es algo que ya se está haciendo. Así que imposible sin recurrir a matarlos no es. Pero para ello antes tendríamos primero que verlos como individuos que merecen respeto por sí mismos y no despersonalizarlos mediante conceptos como "fauna", que nos impiden empatizar y reconocer que ellos no son objetos, sino que son alguien, no algo.


En definitiva, no cabe duda de que quienes liberan de manera irresponsable a los visones, o a otros animales, deberían reflexionar profundamente sobre la moralidad de sus actos y las consecuencias que provocan. Pero quienes, por otra parte, proponen asesinar a estos animales deberían reflexionar igualmente sobre lo erróneo de esa forma de ver a los demás animales como si fueran meros objetos o recursos para nuestro propio beneficio y disfrute. Como si fueran meros ejemplares de una especie, que no merecen consideración y respeto por sí mismos como individuos. Así es como muchos partidarios de ideologías racistas han visto a los seres humanos, con los resultados que ya todos sabemos. De igual manera, esa visión aplicada a los demás animales está provocando las mismas terribles consecuencias. Nuestra actual relación con los demás animales está basada en la dominación especista y la explotación sobre ellos. Y esto sencillamente no tiene ninguna justificación moral.

Como ya señalé al comienzo, no estoy a favor de liberar de la esclavitud a ningún animal para luego simplemente abandonarlo a su libre albedrío permitiendo que dañe o mate a otros individuos inocentes. Estoy a favor de liberarlos sólo en el caso de que quienes lo hagan se responsabilicen de estos individuos y eviten que hagan daño a otros. De todos modos, las liberaciones no van a conseguir acabar con la explotación animal. Esto sólo va a terminar cuando dejemos de ver a los demás animales como seres inferiores que no merecen respeto por sí mismos y que existen para ser utilizados por nosotros.

Lo peor de todo es que los propios animales liberados no tienen ninguna culpa de esta situación. De hecho, son los únicos que no la tienen en ningún grado. Pero son ellos a quienes se pretende hacer pagar con sus vidas un error que hemos causado nosotros. Esto es una completa injusticia. Sería como proponer que matáramos a seres humanos por el simple hecho de haber nacido como fruto de una violación sexual. Cuando ellos no tienen culpa del origen que ha causado su vida. No es moralmente aceptable arrebatar la vida a seres inocentes que no tienen responsabilidad de una situación que ellos no han provocado, y que ni siquiera son moralmente responsables de sus actos. Por tanto, debemos ver el problema desde una perspectiva radicalmente diferente y proponer soluciones que respeten las vidas y los intereses de todos los implicados.  Además, tal y como señala acertadamente el biólogo Pedro Méndez:
"Si no se paran primero los desmanes que causamos nosotros, la persecución de las mal llamadas especies invasoras no es más que la búsqueda de un chivo expiatorio. Así no se va a solucionar nada, más bien al contrario se van a empeorar las cosas mientras no reconozcamos que la especie exótica invasora más dañina es Homo sapiens. Primero controlémonos a nosotros mismos y luego veamos tranquilamente lo siguiente a solucionar.
Si creemos en la razón y la ética como guía de nuestra vida —y no en la mera imposición del poder, la fuerza y la violencia— es urgente que nos replanteemos y cambiemos esa injusta visión que tenemos sobre los demás animales.

24 de abril de 2012

Mario Vargas Llosa y la cuestión de la coherencia



Recientemente el conocido escritor Mario Vargas Llosa ha publicado un artículo en el diario El País, en el cual exponía su opinión acerca de la discriminación injusta que padecen las personas que no son heterosexuales en muchas partes del mundo y en su propio país de origen. Enlaza este tipo de injusticia con otras discriminaciones igualmente injustas como el racismo. Y en lo que respecta acerca de conseguir erradicar en nuestra sociedad estos prejuicios contra otras personas dice que será como:
«(...) luchar contra un peso muerto que nace en ese primitivo rechazo del “otro”, del que es diferente, por el color de su piel, sus costumbres, su lengua y sus creencias y que es la fuente nutricia de las guerras, los genocidios y los holocaustos que llenan de sangre y cadáveres la historia de la humanidad.»
Por otra parte, el señor Vargas Llosa se ha destacado por su defensa a ultranza de la tauromaquia, para lo cual ha utilizado habitualmente argumentos falaces. Pero no es mi intención en esta nota analizar sus argumentos, sino señalar el único de sus argumentos que considero acertado. Veamos a continuación a cuál me refiero.

En otro artículo, Vargas Llosa reconoce que en la tauromaquia a los toros se les causa sufrimiento y muerte, pero advierte al mismo tiempo que esto no es diferente de otras formas de utilizar a los animales no humanos por parte del hombre:
«Nadie puede negar que la corrida de toros sea una fiesta cruel. Pero no lo es menos que otras infinitas actividades y acciones humanas para con los animales, y es una gran hipocresía concentrarse en aquella y olvidarse o empeñarse en no ver a estas últimas.»
A mi modo de ver,  es acertado señalar que moralmente no hay diferencia moral relevante entre la tauromaquia y el resto de la explotación animal

El problema está en que, al igual que los antitaurinos, Vargas Llosa no aplica su propio argumento a sí mismo, demostrando así una notable incoherencia. Porque si no hay razón que justifique el suponer una diferencia esencial entre las diversas maneras que tenemos de  explotar a otros animales tampoco la hay para hacer moralmente una diferencia radical entre el ser humano y otros animales que también poseen la capacidad de sentir. Los demás animales son seres conscientes. Todos los animales que tenemos capacidad de sentir experimentamos las mismas sensaciones y tenemos los mismos intereses básicos: conservar la vida, disfrutar de un bienestar, evitar el daño.

No es coherente por tanto que Vargas Llosa denuncie que es injusto discriminar a otros humanos por el simple hecho de no ser heterosexuales mientras que al mismo tiempo él discrimina a otros animales por el simple hecho de no ser humanos. En un ejemplo de la incoherencia manifiesta que es el prejuicio del especismo: la absurda idea de que el ser humano merece respeto, por el simple hecho de ser humano, y que los demás animales no merecen ese mismo respeto por el mero hecho de no pertenecer a nuestra especie. Es el mismo tipo de mentalidad que sustenta el racismo, el sexismo, y otras discriminaciones basadas en características moralmente irrelevantes.

La postura de quienes discriminan, denigran y agreden a otros seres humanos por el simple hecho de no ser heterosexuales, es una postura análoga a la de quienes discriminan, denigran y agreden a otros animales por el simple hecho de no ser humanos. Ambas posiciones se basan en la idea de que los individuos que son diferentes a nosotros en alguna característica irrelevante no merecen el mismo respeto que deseamos para nosotros mismos.

En ambos casos nos encontramos con un prejuicio irracional, que se mantiene solamente por la inercia de la tradición y por el beneficio particular que se obtiene de ello. En esto no es diferente tampoco de cualquier prejuicio en el que se basa la práctica  de la esclavitud. De hecho, tratamos a los demás animales como nuestros esclavos, como meros recursos para satisfacer nuestros fines. Y la sola idea de pensar que debemos respetarlos como a personas suele causar sorpresa y enojo a partes iguales.

Las razones que Vargas Llosa apunta para explicar por que está éticamente mal la discriminación y violencia contra humanos que no son heterosexuales, se pueden aplicar de la misma manera para razonar por qué está mal discriminar y agredir a otros animales que no son humanos. No son humanos pero sin embargo, al igual que nosotros, son capaces de sentir, de experimentar sensaciones, y que tienen intereses propios: interés en vivir, en evitar el daño, y en disfrutar libremente de su propia vida.

A pesar de lo que alguien puede pensar al leer esto, obviamente no estoy comparando a los homosexuales, o a otros humanos, con los animales. Claro que no. Eso sería lógicamente absurdo. Porque los homosexuales son animales. Mario Vargas Llosa es un animal. Yo soy un animal. Todos los humanos somos animales.  Es un error discriminar moralmente entre humanos y otros animales, en tanto que todos somos seres seres sintientes.

Por tanto, discriminar a personas homosexuales simplemente por no ser heterosexuales como nosotros es tan injusto como discriminar a otros animales simplemente por no ser humanos como nosotros.


El prejuicio especista subyace en nuestra mentalidad y está tan fuertemente arraigado como hasta hace muy poco lo estaban otros prejuicios como el racismo y el sexismo. Lo único bueno que podemos sacar de esto es que si hemos conseguido ser capaces de comprender lo erróneo y perjudicial de aquellas injusticias, también somos capaces de hacerlo, si queremos, en lo que concierne a la injusticia del especismo.

Al igual que el racismo y el sexismo, también podemos evitar el especismo.

19 de abril de 2012

La noviolencia como filosofía y como estrategia

NOVIOLENCIA

En esta ocasión quisiera compartir un texto que me parece clave dentro de la perspectiva ética acerca del problema de la violencia. Su autor es el teórico y activista Jean-Marie Muller y su título es: "La noviolencia como filosofía y estrategia". A continuación selecciono algunos párrafos de muestra:
«Es necesario reconocer que la noviolencia es extraña a nuestras culturas. Estas han otorgado un amplio lugar a la violencia, mientras que no han otorgado prácticamente ninguno a la noviolencia. La palabra misma de la noviolencia plantea una cuestión a la cual no estamos seguros de saber responder. Para la mayoría de nuestros contemporáneos la no-violencia es percibida a través de confusiones y malentendidos y se ve desacreditada antes de que se pueda plantear el debate. Por ello es importante antes que todo superar estos malentendidos y confusiones para establecer el verdadero significado de la no-violencia" 
"Podemos señalar desde ahora que la violencia no ofrece ninguna solución al conflicto. La violencia aparece no como un arreglo del conflicto sino como un desarreglo del mismo. Pero hay que desacreditar la violencia y rehabilitar el conflicto. Existe una confusión inicial que es necesario aclarar: la no-violencia no presupone un mundo sin conflictos, no propone huir de los conflictos. La no-violencia no tiene sus raíces en el sueño de un mundo donde todos serían bellos, donde todos serían amables, donde todos serían buenos. Ella tiene sus raíces, al contrario, en la toma de conciencia de nuestra realidad del mundo que es no solamente un mundo de conflictos, sino un mundo de violencias." 
"A partir de esta mirada sobre la violencia, somos conducidos a rechazar cualquier justificación de la misma. La violencia no puede justificarse nunca porque ella jamás es justa." 
"Deberíamos ponernos todos de acuerdo sobre algunas propuestas tan simples como elementales. Si la noviolencia es posible, es preferible -¿no es cierto?- y si la noviolencia es preferible, debemos estudiar sus posibilidades -¿no es esto lógico? Ahora bien, precisamente, es esto, lo que hasta el presente no hemos hecho. Mi propuesta es, por lo tanto, humilde y modesta: estudiemos las posibilidades de la no-violencia comenzando por el comienzo. No se trata de situarnos en una problemática de todo o nada. Pero reconozcamos que, en lo referente a la noviolencia, estamos más cerca de nada que de todo.»

Artículos relacionados:

- Principios de la noviolencia


- Noviolencia activa


Estrategias noviolentas para el cambio social


17 de abril de 2012

El problema de fondo: animales como propiedad



Parece que muchos animalistas están convencidos de que podemos lograr que los intereses de los animales sean respetados a través de la promulgación de leyes. A mi modo de ver, ese planteamiento legalista incurre en un error fundamental que impide que consiga su objetivo. Este error consiste en pasar por alto el hecho de que los animales no humanos son considerados y tratados legalmente como propiedad de los humanos.

Mientras los animales no humanos sean sometidos al estatus legal de propiedad entonces la ley no podrá proteger sus intereses frente a los intereses de los humanos, quienes son su propietarios. En el contexto actual, la legislación lo único que puede hacer es regular la forma en que explotamos a los animales.

Otro enfoque bastante extendido en el ámbito animalista considera que el problema de fondo es el capitalismo. Sin embargo, el estatus de propiedad de los animales ha existido en diferentes épocas y sistemas económicos donde no existía el capitalismo. El capitalismo puede adolecer de defectos, pero es erróneo pensar que existe una conexión de causalidad entre la existencia del capitalismo y la explotación de los animales. Los animales son explotados porque los consideramos como nuestra propiedad, sin importar el sistema económico en el que se inserte la dinámica de la propiedad animal.

El problema fundamental que impide que las leyes puedan proteger a los animales, y que se les respete sus intereses, está en que son considerados propiedad. No importa si esa propiedad es detentada por un individuo particular, una empresa, un estado o un colectivo. El problema es el concepto de propiedad y lo que esto implica: el uso de animales no humanos como recurso de los humanos, es decir, la explotación animal. Así lo explica el profesor Gary Francione:

«No podemos contemplar simultáneamente a los animales como recursos y como seres con intereses moralmente significativos. Si podemos quitarle la vida a un animal por una razón cualquiera, o en circunstancias en las cuales no usaríamos o mataríamos a un humano, entonces no resulta probable que vayamos a conceder mucha significación a los intereses del animal. Si el animal es un recurso, entonces el animal sólo puede tener un valor económico o relativo a su ser una propiedad. Y esto significa que su interés tendrá sólo también, de manera general, un interés económico. Esto es exactamente lo que sucedía en la esclavitud humana. A pesar de las leyes que exigen el tratamiento "humanitario" de los esclavos, el esclavo pierde siempre que el interés del propietario del esclavo entra en conflicto con el interés del esclavo. Similarmente, los intereses de los animales contemplados como recursos reemplazables sin interés alguno en la vida se valoraran sólo en el grado necesario para asegurar su explotación eficiente.»

Si los animales son considerados propiedad entonces sus intereses serán siempre supeditados o ignorados en favor de los intereses de sus propietarios. Usar a los seres humanos como propiedad se considera esclavitud. Creo que podemos justamente calificar del mismo modo el sometimiento de los animales a la condición de propiedad. Ellos son seres conscientes, con su voluntad e intereses propios, y el solo hecho de que no sean humanos no justifica que discriminemos su individualidad y sus intereses con diferente consideración moral.

Además, los animales no han dado su consentimiento para que los utilicemos. Ese simple hecho conlleva que cualquier uso de animales sea moralmente inaceptable. Incluso aunque pudieran dar su consentimiento, la utilización de un individuo como si fuera un simple objeto para nuestros fines es una violación de su valor inherente, y del principio moral de igualdad, así que no puede ser éticamente correcto. Por esto, el consentimiento nunca eximiría de inmoralidad a la esclavitud humana.

Si bien es razonable pensar que el sistema económico en el que vivimos influye obviamente en nuestra manera de pensar y de actuar, no hay sin embargo razón para creer que estamos determinados por ello —tal y como postularían algunas teorías basadas en el el marxismo. Que nuestra cultura y sistema legal trate a otros animales como propiedades no nos obliga a nosotros a actuar de ese modo.

Si estamos convencidos de que los otros animales, sólo por no ser humanos, no merecen el mismo respeto que exigimos para nosotros mismos —es decir, si somos especistas— entonces los trataremos como meros recursos para nuestro beneficio.

Ahora bien, si entendemos que lo importante para respetar a alguien es el hecho de que puede sentir —independientemente de la raza, sexo, especie— y aplicamos la lógica moral de respetar los intereses de otros al igual que los nuestros, entonces la conclusión es que debemos vivir sin utilizar a los demás animales; y es una conclusión que puede ser llevada a la práctica en gran medida.

Debemos elegir pues entre continuar apoyando el uso de los animales o adoptar el veganismo. Sólo adoptando el veganismo podremos abolir la esclavitud que padecen los animales.

La esclavitud humana fue abolida porque la mayoría de la gente no dependía económicamente de ella para poder vivir, y porque existía una importante corriente moral que concienció sobre que la esclavitud era una injusticia fundamental que no podía aceptarse por ser incompatible con la dignidad humana. Entiendo que la esclavitud animal se abolirá cuando hayamos llegado a la misma situación material y moral respecto de los animales.

De la decisión que tomemos depende el destino de los animales. Siendo veganos nosotros no perdemos nada valioso y los animales ganan su vida y su libertad, que nunca debimos arrebatarles.

12 de abril de 2012

Peter Singer, el utilitarismo, y la explotación de los animales




Actualmente cuando aparece mencionada la cuestión moral de los animales, el autor filosófico que casi siempre aparece como referencia es Peter Singer. Sin embargo, las ideas de Singer no coinciden con la que quienes defendemos una postura moral basada en el veganismo y una ética de Derechos. Para entender mejor esta diferencias partiré de un ejemplo representativo.

En una reciente entrevista, Peter Singer respondía lo siguiente ante la pregunta del entrevistador:

E: "¿Su objeción apunta simplemente a la manera en la que se trata a los animales o su objeción es hacia el hecho de que elegimos comer animales?" 

Peter Singer: "Al sufrimiento por el que los hacemos pasar, no tengo objeción alguna hacia el hecho de comer animales... si usted quiere comerlos."

La postura general de Singer supone no solamente un respaldo a la explotación de los animales nohumanos sino también el abandono de la ética racional. El utilitarismo es una posición irracional, a mi modo de ver, puesto que está basada en presupuestos falsos y es lógicamente incoherente.

Si no hacemos diferencias basadas en la especie, ese argumento que dice que lo único moralmente relevante es el sufrimiento valdría igual para el hecho de explotar y comer a seres humanos. Sólo importaría la manera en que lo hagamos. No habría problema moral en asesinar o violar, siempre que al hacerlo no causemos sufrimiento o mucho sufrimiento al menos. 

Ciertamente, Peter Singer no está a favor de los Derechos Animales. Su objetivo se limita a reducir o eliminar el sufrimiento en el mundo. En eso consiste esencialmente el utilitarismo. Rechaza la idea de que los animales tengamos derechos morales. Esto es: que merezcamos un respeto moral básico que nadie debería violar independientemente del beneficio que se pudiera obtener al hacerlo.

Cuando Singer habla de "derechos animales" se refiere con ello de forma retórica a cualquier protección legal de los animales. Singer aboga a favor de que algunos animales —los más parecidos a los humanos— tengan derechos legales, porque piensa que sería la mejor manera de evitar una gran "cantidad" de sufrimiento —si bien, el sufrimiento no se puede cuantificar, sólo se pueden cuantificar los individuos.

Es importante aclarar que cuando alguien utilice el término "derechos de los animales" no significa necesariamente que con esto que se defienda que los demás animales tengan propiamente derechos, tanto a nivel moral como legal, sino que se hace referencia simplemente a cualquier protección legal de ciertos abusos que se cometen contra ellos. Por ejemplo, prohibir la tauromaquia —o parte de ella más bien: las corridas sí, pero no los correbous

Obviamente esto es un uso incorrecto del término "derechos", aunque esté muy extendido. En nuestra sociedad, en su gran mayoría, no se reconoce moralmente ningún derecho a otros animales; y legalmente tampoco poseen derechos puesto que se les clasifica dentro de la categoría de propiedades. Y las propiedades no pueden tener derechos legales, sólo las personas pueden tenerlos.

Peter Singer es tomado por la sociedad, el mundo académico, e incluso propio movimiento animalista en su mayoría como la referencia ideológica principal en la defensa de la consideración moral de los animales. Pero resulta que sus postulados sirven precisamente para defender el hecho de que no hay ningún problema en que explotemos a los otros animales. Lo único que importa, según él, es que no les hagamos sufrir, o que procuremos no hacerles sufrir mucho, o al menos que lo intentemos. Cualquiera de estas opciones sería válida según el utilitarismo.

Mucha gente piensa que Peter Singer defiende ahora cosas que no defendía antes, pero lo cierto es que él no ha cambiado de postura fundamental. Lo que Singer ha defendido siempre es que el dolor, el sufrimiento, está mal y que debemos vivir procurando evitar, reducir o eliminar ese sufrimiento. En esto se resume básicamente la esencia de sus doctrina.

El hecho de que Singer en su libro "Liberación Animal"  abogue en algunos casos a favor de no utilizar a los animales se debe a que en aquel entonces le parecía la mejor manera de eliminar el sufrimiento. Lo que ha cambiado ahora es simplemente que ha aumentado el grado, y la distribución, de ese sufrimiento que le parece aceptable. 

Precisamente las diferencias que encontramos dentro del ámbito animalista tienen que ver con el grado de sufrimiento que cada activista acepta. Unos no aceptan ninguno, por eso abogan por la abolición total; mientras que otros aceptan algunos sufrimientos siempre que sirvan para evitar otros y por eso abogan sólo por ciertas prohibiciones y reformas. Ambas posturas pueden ser perfectamente intercambiables. 

El utilitarismo está a favor de explotar o destruir a cualquier persona siempre que eso consiga supuestamente incrementar el bienestar o la felicidad general; o reducir el sufrimiento. Esto va radicalmente en contra de la ética de Derechos. De hecho, para adoptar el utilitarismo no necesitamos a la ética en sí misma. Con el utilitarismo podemos hacer prácticamente cualquier cosa con la excusa de que eso va a beneficiar a muchos otros o reducir su sufrimiento.

El utilitarismo no tiene una justificación diferente de la que puede tener el especismo o el racismo. Esto es, favorecer a un grupo a costa de explotar o destruir a ciertos individuos injustamente discriminados. 

Los análisis morales que realizan los defensores de la experimentación especista son siempre utilitaristas: hacen un balance entre el sufrimiento que causan [a los no-humanos] y el sufrimiento que evitan o remedian [a los humanos]. El utilitarismo es una filosofía que sirve en realidad para justificar cualquier crimen. Como diría Tom Regan, ¿acaso hay que valorar si un violador experimenta un placer mayor que el sufrimiento que causa a su víctima para determinar que la violación es inmoral?

El utilitarismo está basado en presupuestos falsos —como el hecho de que podamos cuantificar experiencias puramente subjetivas como la felicidad o el sufrimiento— y además también está basada en especulaciones gratuitas, puesto que es imposible saber qué consecuencias futuras pueden causar nuestros actos sobre todos aquellos que se puedan ver afectados. Éste es uno de los graves problemas y defectos de que adolece esta forma de pensar conocida como consecuencialismo.

Incluso aunque se pudiera medir el sufrimiento o predecir todas las consecuencias de nuestros actos en cualquier plazo, seguiría estando igualmente mal utilizar a una persona exclusivamente como un recurso o violar su integridad física con el fin de beneficiar a otros. Cada persona merece un respeto básico que implica necesariamente no tratarlo como una cosa, ni dañarlo o destruirlo para nuestro beneficio.

Por otra parte, una ética racional no se puede basar en falsedades y especulaciones, sino que tiene que basarse en hechos probados, en evidencias, en la lógica. Hechos probados como que los únicos entes reales son los individuos, no las especies [mero concepto inventado] ni la sociedad [conjunto de individuos]. Evidencias como la sintiencia y la lógica. El principio de identidad el cual nos dice que debemos tratar de manera igual casos que sean iguales: y en el hecho mismo de sentir somos iguales. Somos iguales en el hecho de tener intereses básicos, como el deseo de vivir y de evitar el daño.

Aparte de esto, resulta que la maldad no se puede cuantificar. Cuantificar es sinónimo de contar, de medir. ¿Cómo se mide la maldad? ¿Con qué instrumento? No tiene sentido. Sólo se pueden contar los individuos. En el caso de una agresión pudiera haber un listado de lesiones. Pero propiamente hablando ni la maldad ni el sufrimiento se pueden medir en modo alguno. No son cantidades sino cualidades. Aunque puede haber diferencias en la intensidad del daño que causen o en la intensidad del dolor que experimentemos; pero esto no altera su naturaleza de cualidad.

Hay una mal moral fundamental que es la violencia. Todas las demás son manifestaciones, variantes de ésta. Cualquier maldad es alguna forma de violencia, y todas son igualmente malas.

En conclusión, y retomando el tema inicial, sabemos que cualquier persona a la que le preguntemos responderá que está mal hacer sufrir a los animales y que hay que intentar evitar que sufran, pero que comerlos —y explotarlos en general — no es un problema moral. Así que ¿para qué necesitamos a Peter Singer? ¿Para dar un mayor respaldo filosófico al especismo? Su trabajo sirve precisamente para potenciar aquello a lo que se opone radicalmente la filosofía de los Derechos Animales. 

Creo que esta breve exposición puede ayudar a comprender por qué el utilitarismo es incompatible y contrario a la ética de Derechos. Considero que entender este punto es tan necesario como comprender el problema del especismo y de la violencia.

Una de las grandes conquistas morales de nuestra civilización ha sido asumir que cada persona tiene un valor inherente y merece un respeto por sí misma, lo que significa reconocerle unos derechos inalienables que la protejan frente a cualquier abuso por parte del gobierno, de empresas o de otras personas. 

En cambio, el utilitarismo es una ideología reaccionaria que supone un retroceso en el progreso moral, al considerar al individuo como un mero número sin dignidad propia que se puede utilizar a conveniencia para poder alcanzar cierto objetivo con la excusa de que favorecerá a la sociedad en general. 

Entiendo que mientras no tomemos conciencia de que la forma de pensar utilitarista es profundamente equivocada, y nos liberemos de esa obsesión ciega con el sufrimiento, no va a haber nunca un movimiento de derechos animales, sino simplemente meras iniciativas de reformas en la explotación de los animales que ayudarán a hacerla más eficiente y más aceptable según cada época y lugar.