22 de octubre de 2010

La cuestión de los Derechos Animales


Este discurso fue pronunciado por el filósofo Tom Regan en el Royal Institute de Gran Bretaña, en el año 1989, como parte de un debate acerca de la cuestión: "¿Necesitan los animales una declaración de derechos?"



LA FILOSOFÍA DE LOS DERECHOS ANIMALES 

Tom Regan


Los otros animales que los seres humanos comen, utilizan para la ciencia, cazan, atrapan y explotan en una gran variedad de maneras, poseen una vida propia que tiene importancia para ellos, aparte de la utilidad que pudieran tener para nosotros. Ellos no están simplemente en el mundo, sino que además son conscientes de ello y de lo que les ocurre. Y lo que les ocurre tiene importancia para ellos.

Cada uno de ellos tiene una vida, con experiencias mejores y peores para quien posee dicha vida. Al igual que nosotros, cada uno de ellos es una presencia única en el mundo. Al igual que nosotros, ellos son alguien, y no algo. Bajo esta perspectiva, los animales no humanos recluídos en laboratorios o en granjas son iguales que los seres humanos. Y es por esto que la ética acerca de nuestra relación con todos y cada uno de ellos debe estar basada en algunos de los mismos principios morales fundamentales.

A un nivel profundo, una ética humanitaria progresista está basada en el valor autónomo de cada individuo. Tratar a los seres humanos de maneras que no respeten su valor inherente es reducirlos al estatus de instrumentos o cosas, es violar el más básico de los derechos humanos, el derecho a ser tratado con respeto.

La filosofía de los Derechos Animales sólo exige que la lógica sea respetada en cada argumento que al explicar razonadamente el valor inherente de los seres humanos implique también que otros animales poseen el mismo e igual valor. Y en cada argumento que al explicar razonadamente los derechos de los seres humanos a ser tratados con respeto también implique que otros animales tienen igualmente los mismos derechos y el mismo e igual valor.

Como resultado de una difusión informativa parcial - en el que este tipo de debates es una notable y valiosa excepción - el público en general tiende a ver a los defensores de los Derechos Animales en términos exclusivamente negativos: anti-intelectuales, anti-ciencia, anti-racionales, anti-humanos, en contra de la justicia y a favor de la violencia. Pero la verdad, como suele ocurrir, es justo lo contrario. La filosofía de los Derechos Animales está en el lado de la razón, porque no es racional discriminar arbitrariamente; y la discriminación contra los animales no humanos es demostrablemente arbitraria.

Está mal tratar a los seres humanos más débiles, especialmente a aquellos que están por debajo del coeficiente intelectual medio, como si fueran instrumentos o recursos. No puede ser racional, por tanto, tratar a otros animales como si fueran instrumentos o recursos si su inteligencia es igual o similar a la de aquellos seres humanos.

La filosofía de los Derechos Animales está a favor, y no en contra, de la ciencia. Esta filosofía es respetuosa con lo mejor de la ciencia en general, y de la biología evolutiva en particular. Los últimos avances nos muestran, en palabras de Darwin, que los seres humanos sólo difieren de los demás animales en grados y no en cualidades. Cuestión aparte de en dónde trazar la línea, es obvio que los animales usados en laboratorios, criados como alimento, y cazados por diversión, o por beneficio, sienten de una manera muy similar a la nuestra. Esto no es una fantasía. Esto es un hecho, demostrado por la ciencia. 

La filosofía de los Derechos Animales está a favor, y no en contra, de la justicia. No estamos legitimados en violar los derechos de unos para que otros se beneficien de ello. La esclavitud sí permite eso. La explotación infantil lo permite. Pero no la filosofía de los Derechos Animales, cuyo principio más importante es la justicia.

La filosofía de los Derechos Animales está a favor de la paz y en contra de la violencia. La demanda fundamental de esta filosofía es tratar a los seres humanos y a los demás animales con respeto. Es una filosofía de paz. Pero que exige la extensión de esta paz más allá de los límites de nuestra especie, la cual mantiene una guerra no declarada contra incontables millones de animales no humanos.

Estar verdaderamente a favor de la paz es estar firmemente en contra de la despiadada explotación.

Y respecto de lo que se suele oír, distorsionado por los medios de comunicación, sobre lo que alegan los oponentes de los Derechos Animales, se nos pone como objeción que igualamos animales y humanos cuando humanos y animales difieren en gran medida, pero claramente nosotros no estamos diciendo que humanos y otros animales sean lo mismo en todos los sentidos. Que gatos y perros pueden realizar cálculos matemáticos o que cerdos y vacas puedan disfrutar de la poesía. Lo que decimos es que, al igual que los humanos, muchos otros animales tienen experiencia de su propio bienestar. En este sentido, ellos y nosotros somos lo mismo. En este sentido, por tanto, a pesar de nuestras diferencias, ellos y nosotros somos iguales.

Tal vez se nos podría objetar que nosotros defendemos que cada humano y cada animal tengan los mismos derechos, que los pollos tengan derecho al voto y que los cerdos tengas derecho a recibir clases de baile; pero obviamente nosotros no decimos esto. Lo que estamos diciendo es que esos animales y los seres humanos comparten un mismo derecho moral básico. El derecho a ser tratado con respeto.

Se nos podría objetar que como los demás animales no respetan nuestros derechos entonces nosotros no tenemos obligación de respetar los suyos. Sin embargo, hay muchos seres humanos que tienen derechos pero que son incapaces de respetar los derechos de otros. Los niños pequeños, los trastornados o discapacitados mentales de todas las edades; en esos casos no alegamos que esté bien el tratarlos como herramientas o recursos porque ellos no tienen en cuenta nuestros derechos. Al contrario, reconocemos que tenemos el deber de tratarlos con respeto.

Lo que es verdad en esos casos concernientes a seres humanos no lo es menos en los casos que conciernen a otros animales.

Se nos alega la objeción de que aunque fuera el caso de que los otros animales tienen derechos morales, hay cosas más importantes que merecen nuestra atención: el hambre en el mundo, y los abusos a niños, por ejemplo. Racismo, drogas, la violencia contra las mujeres, la situación de los sintecho. Solamente después de que hayamos solucionado estos problemas podremos ocuparnos de la cuestión de los Derechos Animales.

Esa objeción pasa por alto el hecho de que el movimiento por los Derechos Animales está compuesto en gran medida por gente que dedica su vida a atender a los seres humanos: médicos, enfermeros, profesionales de la salud, asistentes sociales, gente involucrada en ayudas a víctimas de abusos, profesores, educadores.

Y las vidas de todas esas personas demuestran que la elección que la gente debe hacer no está entre ayudar a los humanos o ayudar a otros animales. Cada uno de nosotros puede ayudar a ambos al mismo tiempo. Debemos ayudarles por igual.

La última objeción se basa en que nadie tiene realmente derechos, ya sea humano u otro animal, sino que lo bueno y lo malo son cuestiones que se juzgan a partir de lo que produzca las mejores consecuencias, teniendo en cuenta los intereses de cada implicado y considerando de manera igual intereses iguales. Esa filosofía moral (utilitarismo), que cuenta con una larga y venerable historia, y a muchos influyentes hombres y mujeres entre sus adeptos, es un fraude moral y ya no es una postura sostenible, si es que alguna vez lo fue.

¿Es verdaderamente serio tener en consideración el interés de un violador en violar a su víctima antes de declarar la violación como inmoral? ¿Debemos tener en cuenta lo que supone para un pederasta el frustrar sus intenciones antes de condenar moralmente sus actos?; Asombrosamente, un utilitarismo coherente exige que sí los tengamos en cuenta, y de ese modo es rechazado por nuestra exigencia de racionalidad.

Respecto de la filosofía de los Derechos Animales: ¿sería ésta racional, imparcial, basada en la ciencia, a favor de la paz, y en contra de la injusticia? Para todas estas cuestiones la respuesta sería incondicionalmente afirmativa.

En cuanto a las objeciones que se esgrimen en contra de esta filosofía, sobre si aquellos que la defienden son capaces de ofrecer respuestas racionales y bien informadas, de nuevo la respuesta es sí. En una batalla de ideas, la filosofía de los Derechos Animales vence y sus críticos pierden. Así es como será reconocida, mientras emerge victoriosa en el actual debate entre lo es que justo y lo que no lo es.

Texto original en inglés: "The Philosophy of Animal Rights"


8 de octubre de 2010

Reducir el sufrimiento



Tenemos dos opciones al expresarnos:

[1] Que las palabras que usamos tengan una definición objetiva y delimitada.

[2] Que las palabras signifiquen lo que nos dé la gana a cada momento arbitrariamente según nos convenga.

Si elegimos la primera opción entonces el uso de animales jamás puede ser calificado como 'humanitario'.

El concepto de ser humanitario es radicalmente incompatible con la explotación de los animales porque una actividad humanitaria por definición se lleva a cabo exclusivamente para beneficio de la persona que la recibe, pero la explotación animal no está motivada para beneficiar a los animales en ningún sentido sino para violentarlos en beneficio de los humanos. Hablar de 'esclavitud humanitaria' sería pues un oxímoron.

Además, incluso aquellas medidas calificadas como tales —como es el caso del 'aturdimiento previo' en los mataderos— están en realidad motivadas para beneficiar la eficiencia económica de la explotación: para evitar daños innecesarios en la carne o prevenir accidentes laborales. Esas medidas pretendidamente humanitarias surgen para beneficiar a la explotación como actividad económica. 

Humanitario es todo aquello que hacemos por el bien de otros. La explotación animal nunca puede ser calificada como humanitaria, porque es una actividad que existe para beneficiar solamente a los explotadores, y no a los explotados. Nunca puede ser humanitaria para sus víctimas. La única opción realmente humanitaria consiste en no explotar a nadie.

El santuario Peaceful Prairie es un refugio vegano de animales víctimas de la explotación que también realiza activismo educacional. Uno de sus principales cometidos es denunciar el engaño de la explotación animal 'humanitaria'.

En un texto titulado «Ganadería 'humanitaria': Un oxímoron» se explica la incongruencia de que la explotación animal pueda recibir el calificativo de 'humanitaria' cuando ésta implica esclavitud y asesinato, así como todo tipo de violencia en general contra los animales.

Ahora bien, aunque en principio podemos estar de acuerdo con la mayor parte de lo que se expone en dicho texto, sin embargo, en su conclusión final se habla acerca de 'reducir la mayor cantidad de sufrimiento en el mundo' como un imperativo moral. Hay razones que impiden estar de acuerdo con esto último.

Si el propósito de 'reducir el sufrimiento en el mundo' fuera un objetivo moral válido entonces sería correcto, por ejemplo, provocar la extinción deliberada de todos los animales, de todos los seres que tienen capacidad de sentir. El sufrimiento es una condición inherente al hecho de poder sentir y la única forma efectiva de reducirlo sería reduciendo el número de seres que pueden sentir. 

Sin embargo, provocar deliberadamente la extinción de un individuo, de un cierto grupo, o de todos los animales en general va en contra del interés fundamental de los animales en continuar viviendo y no se ajusta a ninguna norma ética racional que yo conozca.

Además, si 'reducir el sufrimiento' en sí mismo fuera una intención moralmente válida entonces sería legítimo promover cualquier tipo de medida que tuviera dicha intención. Por ejemplo: regulaciones de la esclavitud animal para intentar hacerla supuestamente 'humanitaria'. Ésa es precisamente la incongruencia que pretende denunciar el texto.

Así podemos ver que bajo la premisa de "reducir el sufrimiento" el filósofo bienestarista Peter Singer propone lo siguiente:

«Necesitamos aprender a capturar y matar los peces de mar abierto de una manera humanitaria o, si eso no es posible, encontrar alternativas menos crueles y más sostenibles que los reemplacen en nuestra dieta.»

Lo que Peter Singer está afirmando es que no hay problema en utilizar y matar a otros animales siempre que intentemos hacerlo con el menor sufrimiento posible. Pero esto nada que ver con una verdadera actitud humanitaria, pues una conducta humanitaria significa actuar por el bien de los demás. Es absurdo creer que estamos buscando el bien de otros si aceptamos y promovemos su explotación y asesinato.

Ni el dolor ni el sufrimiento son fenómenos intrínsecamente malos ni inmorales en sí mismos. Son fenómenos fisiológicos que tienen una función instrumental para la conservación de la vida sintiente. Si bien esto no significa que estemos legitimados en causarlos directamente sin el consentimiento explícito e informado de la otra persona.

El sufrimiento es parte de la vida sintiente y no hay razón que justifique juzgarlo como algo malo. El sufrimiento tiene una función biológica instrumental. El sufrimiento nos ayuda decisivamente a alejarnos del daño. El sufrimiento nos ayuda también a comprender lo que está mal: gracias a que sufrimos al ver estas imágenes podemos comprender mejor por qué está mal. El sufrimiento nos sirve para vivir y para mejorar. 

El sufrimiento no es un fenómeno intrínsecamente malo. Lo que está mal es infligir sufrimiento a otros individuos para beneficiarnos a nosotros. Los seres sintientes no queremos sufrir innecesariamente o que nos lo impongan contra nuestra voluntad. Que alguien nos fuerce a sufrir para su propio beneficio es una violación de nuestros derechos. Esta imposición injusta es lo que está mal; no el sufrimiento en sí mismo.

Reducir el sufrimiento no es un principio ético. Esa intención puede ser un deseo que muchos tengan por empatía o por compasión; pero no es principio moral. Si ese lema fuera un principio ético entonces estaría justificado aniquilar a toda la vida sintiente del planeta; ya que es la manera más efectiva de 'reducir el sufrimiento'. Si el propósito de 'reducir el sufrimiento' fuera una norma moral entonces estaría justificado, por ejemplo, que alguien te asesinara a ti para así eliminar parte del inevitable sufrimiento que tu vida sintiente conlleva. La idea de 'reducir el sufrimiento' no sólo no es un principio moral sino que además el aceptarlo conduce a aceptar cualquier crimen que aparentemente sirviera para reducir el sufrimiento.

Es razonable suponer que no podemos conseguir que todo el mundo se haga vegano a corto plazo del mismo modo que no podemos conseguir a corto plazo que todos los hombres respeten a las mujeres como personas, pero este defecto no sirve como excusa para promover una supuesta mejora en la forma en que algunos hombres violan y abusan de las mujeres. Sabemos por desgracia que no todos los hombres van a respetar a las mujeres; pero este hecho no justifica que les asesoremos o ayudemos a perpetrar sus crímenes con la excusa de mejorar las condiciones en que abusan de sus víctimas. La única opción justa es rechazar, condenar y prevenir la violencia contra las mujeres; no ayudar a los agresores a cometer sus agresiones en 'mejores condiciones'. Lo mismo vale para la violencia contra los demás animales.

Por supuesto que la intención de aliviar el sufrimiento en otras personas no es un deseo inmoral en sí mismo; pero sí tiene que atenerse a los principios éticos de igualdad y de respeto al valor intrínseco de la persona —al igual que cualquier otro deseo que tengamos— y no al contrario. Es decir, el deseo de aliviar el sufrimiento sólo es aceptable si respeta la ética. Pero un deseo nunca puede ser una norma moral. La moral se basa en la razón; y no en deseos personales.

Aunque supuestamente hubiera una forma de esclavitud que provocara menos sufrimiento que otras, esto no justificaría que la aprobemos o la apoyemos en detrimento de las demás. Apoyar la esclavitud siempre es inmoral y atenta contra los derechos de sus víctimas. Toda forma de explotación animal conlleva cosificación y vulneración de los intereses de los explotados para beneficio de los explotadores. Ésta es la cuestión moral y no el grado de sufrimiento. Dejando a un lado el hecho de que el sufrimiento no se puede medir objetivamente y su valoración siempre depende de una estimación subjetiva.

El bienestarismo ha predominado durante siglos en nuestra relación con los demás animales y no ha conducido a una situación de 'menos sufrimiento' para los animales. Más bien ha resultado en lo contrario. Bajo el auspicio del bienestarismo aparecieron las granjas industriales y multitud de formas nuevas de explotación animal. El bienestarismo es un completo fracaso respecto del propósito de beneficiar a los animales incluso bajo su propio criterio. El bienestarismo no ha servido en la práctica para aliviar ni evitar ningún sufrimiento de los animales

Por tanto, el sufrimiento que debemos reducir de manera moralmente legítima debe ser el sufrimiento que nosotros causemos intjustificadamente a los animales. Los demás animales no tienen ningún interés en sufrir para nuestro beneficio ni nos han dado su consentimiento para que los utilicemos. En efecto los animales desean evitar el sufrimiento innecesario y nosotros no podemos justificar moralmente infligirles ninguna clase ni grado de sufrimiento por el hecho de utilizarlos.

La explotación animal es injusta en sí misma, por lo tanto todo el sufrimiento que provenga de ella —sin importar si es mucho o poco— será siempre inmoral y debemos abolir nuestra participación en él.

Esa abolición del sufrimiento moralmente injustificado sólo la conseguiremos eliminando su causa: el especismo —la creencia de que los demás animales son seres inferiores que existen para estar a nuestro servicio como recursos.

Esa abolición debe comenzar inevitablemente en cada uno de nosotros ahora, adoptando y difundiendo el veganismo.

LIBERA A TUS ESCLAVOS: HAZTE VEGANO 

3 de octubre de 2010

Canibalismo


«La práctica diaria de alimentación cárnica representa un exocanibalismo alimentario —repudiado psicológicamente por los vegetarianos— en el que millones de animales son sacrificados para nuestra alimentación. El hecho de que nos hayamos acostumbrado a esta matanza diaria de animales no quita un ápice del trasfondo de canibalismo alimentario.» ~ Ángel Aguire                                                         
Contamos con diversas pruebas y evidencias que demuestran que el canibalismo, dentro del contexto humano, ha existido en diversas épocas históricas y en diferentes lugares. Y de hecho continúa existiendo de manera socialmente aceptada todavía en algunas tribus. El canibalismo también ha sido continuado hasta nuestros días, de una manera más o menos secreta, en sociedades humanas donde está legalmente sancionado.

La cuestión que quisiera plantear aquí es: si rechazamos moralmente el uso de seres humanos para comida, ¿por qué no rechazamos el uso de otros animales como comida?

De hecho, hay algunos animales a los que ya consideramos que no se debe tratar de comida, como es el caso de perros y gatos. ¿Por qué no hacerlo así con los demás?

Determinados argumentos que tratan de justificar el uso de algunos animales para comida parecen razonables en apariencia, mientras que otros son bastante pintorescos, por no decir otra cosa.

Por ejemplo, se alega a menudo que "necesitamos comer animales" para poder vivir. Sin embargo, esto no es correcto. Los organismos públicos de salud y las asociaciones profesionales de nutricionistas señalan que los seres humanos no necesitamos consumir animales para estar sanos. Si bien, parece que esta información es todavía desconocida para el gran público. No necesitamos comer animales para tener una buena salud al igual que tampoco necesitamos comer seres humanos.

No pocas veces sea plantea la siguiente situación: ¿"y si estuviéramos en un isla desierta"? O dicho de otro modo: ¿qué sucedería si nos encontráramos en determinado contexto en el que no hubiera otra opción que comer animales para sobrevivir? Bueno, no estamos en esa situación pero, independientemente de la decisión que tomáramos, esa posibilidad no afecta a nuestra situación actual. No sólo podría suceder que acabáramos en un contexto en el que el comer humanos fuera la única forma de supervivencia, sino que esa situación ya ha sucedido en el pasado. Aparte de la manera concreta en que se produjera ese canibalismo, y del juicio moral con que lo valoremos, ¿consideramos razonable pensar que ese posible contexto justificaría utilizar a los humanos de comida en nuestro contexto actual? Y si no es así, ¿por qué pensamos que eso justificaría que utilicemos a los animales de comida cuando en el contexto actual la necesidad no puede excusarlo en ningún modo?

En otras ocasiones, se alega que "siempre hemos comido animales". Aunque fuera cierto que hemos usado a otros animales de comida desde hace mucho tiempo, este dato no justifica que continuemos haciéndolo. También hemos discriminado a la mujer desde hace mucho tiempo, pero eso no significa que esté bien continuar haciéndolo. El solo hecho de que determinada costumbre se lleve practicando desde hace mucho tiempo no justifica por sí mismo que se deba continuar haciendo. El canibalismo es una de esas costumbres tan antiguas, pero no consideramos que su antigüedad justifique continuarla.

También se dice que "comer animales es beneficioso porque nos aporta nutrientes y energía". Claro, pero comer seres humanos también podría dar el mismo resultado, y no consideramos por eso que comer humanos sea éticamente correcto. Ya he señalado anteriormente que una alimentación exclusivamente vegetal es saludable. Además, si el simple beneficio justificara una acción entonces toda clase de crímenes serían moralmente justificados en tanto que alguien se beneficiara de ellos. El beneficio no es propiamente un criterio moral sino que, al contrario, el beneficio debe ajustarse a la moralidad.

No es menos habitual que alguien proclame que "los animales son menos inteligentes que nosotros"; que sus mentes están menos desarrolladas o capacitadas que las nuestras. Es curioso que ese argumento no nos parezca permisible para comer perros o gatos. Del mismo modo, también podríamos señalar que otros humanos poseen desarrollos intelectivos muy inferiores al nuestro: niños, discapacitados mentales, seniles. Sin embargo, ¿el simple hecho de que un humano sea menos inteligente que nosotros justifica utilizarlo de comida? Eso no tendría ningún sentido. Entonces, ¿por qué nos parece que semejante argumento justifique utilizar a los animales de comida?

Por supuesta, nunca falta quien dice que "comer animales es natural". ¿Qué quiere decir esto? Eso puede significar varias cosas: que comemos animales porque estamos diseñados para hacerlo así —porque somos omnívoros— o porque existe alguna clase de dinámica biológica en la que estamos inmersos que nos condiciona u obliga a comer animales. Bien, pero en realidad nada de esto es cierto. Sí es cierto que los humanos somos omnívoros, es decir, que podemos digerir animales, pero esto no significa que necesitemos hacerlo o que debamos hacerlo. El hecho de ser omnívoros no justifica que utilicemos de comida a seres humanos —que también están hechos de carne y cuyas hembras producen leche— así que tampoco puede justificar que comamos a otros animales. Asimismo, no existe algo así como una "cadena alimenticia" que de alguna manera nos obligue a comer animales. Comemos animales por costumbre social; no por necesidad biológica. El canibalismo también es una práctica que forma parte de la "cadena alimenticia" en la naturaleza, pero hemos decidido rechazarlo. Por la misma razón también podemos rechazar el consumo de animales.

¿Qué clase de alegato es decir que "comer animales es placentero". Eso apenas es un argumento siquiera. ¿El simple placer justifica hacer daño a otros? ¿Está bien hacer daño a otro ser humano sólo porque obtengamos un placer de ello? ¿Está bien hacer daño a perros o gatos sólo porque eso nos proporcione placer? Incluso quienes alegan este argumento están de acuerdo que en el placer no justifica infligir daño a los animales. Entonces el placer es apenas una excusa que puede tal vez explicar por qué comemos animales, pero que no justifica moralmente que lo hagamos.

Resulta difícil determinar si no es más inmoral decir que comemos animales simplemente porque "podemos hacerlo", porque somos más poderosos que ellos. A ver, también tenemos la capacidad de abusar de niños, maltratar ancianos, violar mujeres, torturar perros, y de infligir toda clase de violencias, si quisiéramos hacerlo. Que podamos realizar determinada acción no equivale a que debamos hacerlo o a que sea aceptable actuar de tal modo. Si esto es todo lo que tenemos que alegar es que en realidad estamos confesando que al comer animales estamos cometiendo un abuso de poder.

El deseo de proteger nuestra vida es un interés fundamental que todos los animales sintientes poseemos en común. Es un interés que toda moral racional debería tener en cuenta. Luego resultaría incoherente no respetar por nuestra parte ese mismo deseo que también tienen otros individuos aunque no sean de nuestra misma especie. Ninguno de nosotros queremos que nos hagan daño ni nos asesinen. Los demás animales tampoco. Además, podemos vivir saludablemente sin comer a otros animales. Así, no existe ningún motivo basado en alguna supuesta necesidad que justifique el que lo hagamos. 

Si efectivamente hay alguna razón moral para rechazar el canibalismo con los seres humanos entonces debería valer igualmente para la cuestión de usar a otros animales de comida.

Los argumentos que se usan para justificar el uso de otros animales como comida valdrían igualmente para el uso de humanos como comida, como ya se diera cuenta Élisée Reclus:
«Los motivos por los que los antropófagos abogarían por el consumo de carne humana están tan bien fundados como los que dan quienes comen carne hoy.»
Estos argumentos, como ya vimos, serían los siguientes:

Necesidad: Necesitamos comer animales
Tradición: Se hace desde siempre.
Beneficio: Es nutritivo.
Intelecto: Somos más inteligentes que ellos.
Naturaleza: Es natural hacerlo.
Placer: Nos proporciona un sabor agradable.
Fascismo: Tenemos más fuerza y poder que ellos.

Cuando aparecen noticias sobre canibalismo no se ve a nadie intentando justificar estos actos alegando que los humanos "tenemos colmillos" o que "somos omnívoros". Sólo se ven expresiones emotivas de desagrado y condenas morales. 

¿Por qué no rechazamos de la misma forma la práctica de comer animales? Por especismo —consideramos que los animales no forman parte del ámbito de consideración moral y que ellos son medios para satisfacer nuestros fines.

Si entendemos que es moralmente injusto que practiquemos el canibalismo —es rechazable porque supone destruir la vida de otros seres humanos que desean vivir igual que nosotros— entonces deberíamos poder asumir que hacerle esto mismo a otros individuos, aunque no sean de la misma especie que la nuestra, está igualmente mal, por la misma razón.

Comer animales se puede calificar moralmente de canibalismo porque dicho concepto no se limitaría sólo al contexto biológico para los individuos de la misma especie sino que se puede aplicar también en el contexto moral a los individuos que pertenezcan a un mismo grupo. Todos los animales sintientes pertenecemos a un mismo grupo de individuos: al grupo de seres conscientes, es decir, seres que podemos sentir y que tenemos intereses básicos, como el deseo de continuar viviendo y de evitar el daño.

Por tanto, limitar el rechazo moral al consumo de individuos sólo dentro de la misma especie es un criterio injustificado. En el contexto de la biología, el canibalismo es comerse a los individuos de la misma especie; pero en el contexto de la ética, canibalismo sería utilizar de comida a otros seres sintientes.

Incluso se puede hablar del concepto de canibalismo de una manera más global entendido como el modo de vida que consiste en vivir a costa de consumir literalmente las vidas de otros individuos. Es decir, canibalizarlos. Por esto creo que se puede decir, sin temor a exagerar, que nuestra actual relación con los demás animales que no son humanos podría ser categorizada como canibalismo: literalmente consumimos sus vidas para nuestro beneficio.

Este comportamiento está permitido y motivado a su vez por la ideología del antropocentrismo que se basa en la idea de que sólo cuentan moralmente a los seres humanos y que discrimina los demás animales de la consideración moral.

Por todo esto, considero que lo moralmente correcto sería rechazar todo canibalismo y elegir el veganismo.